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lunes, 11 de septiembre de 2023

Panticosa

 




Va quedando poco para terminar de relatar la larga saga pirenaica de este verano. El 28 de julio fuimos guiados por Manolo, quien como siempre disfrutó colándonos rutas con mucho desnivel al llevarnos por Panticosa.
Hubiera estado genial encontrar alguna culebra verdiamarilla en las ruinas del antiguo balneario o asoleándose en las rocas por donde fuimos subiendo, pero no pudo ser a diferencia de la flora e invertebrados que sí fuimos viendo y afotando.





Dactylorhiza fuchsii

Esta mariposa tuvo un mal día

Aconitum napellus

Mariposa sin identificar

Lagartija roquera (Podarcis muralis)

Veratrum album

Mariposas disfrutando del verano





La mañana resultó muy profusa en saltos de agua y cascadas, cosa que siempre recibo de muy buen grado porque me encanta ese plus paisajístico tan potente.











A mediodía nos dejó Manolo y estuvimos Mari Carmen y yo bicheando por la zona añadiendo al repertorio algunos anfibios y la gorda repugnancia de una sanguijuela reptando por tierra firme.



Rana bermeja (Rana temporaria)

Nacaradas (Argynnis paphia)

Tritón palmeado (Lissotriton helveticus)

Cópula de licénidos

Trichius fasciatus

Mariposa sin identificar

Escarabajos disfrutando del verano


Manto dorado (Lycaena virgaureae)

Sanguijuela


Por la tarde volvimos a quedar con Manolo para que nos llevara por un robledal en el que vimos, entre otras cosas, algunas especies a las que sí estoy más acostumbrado en mis ambientes mediterráneos y nos habló del parecido de las semillas del boj con la figura de un búho, haciendo que en Aragón se conozca a la planta con el nombre vernáculo del ave.



Empusa pennata

Hogna radiata

Semillas de boj

Cópula de Zygaena fausta

Coccinélido sin identificar que nunca había visto


Habría sido un lugar maravilloso para ver escarabajos capricornios o ciervos volantes, ya que los troncos de los robles estaban visiblemente taladrados por las larvas de alguna de esas especies, pero al igual que con la culebra verdiamarilla no todo puede ser... y así siempre hay algún motivo para volver en futuros viajes.
Que nos despida una imagen moderna y otra antigua del balneario, cuyas ruinas inevitablemente despiertan la tristeza del abandono.