Esta entrada enlaza con la inmediatamente anterior, en la que buscábamos orquídeas por la Sierra de Segura.
No todo fueron orquídeas, como de hecho se veía ya en esa misma publicación previa, pero aquí vamos a ahondar algo más en lo visto durante aquel fin de semana de mayo con la sierra reventando primavera por todos lados.
En una tranquila aldea ya puedes, incluso tomando el desayuno mientras tanto, ver el trasiego de una cercana buitrera con sus gritones halcones peregrinos o las cebas de una pareja de herrerillos comunes que, un año más, escogieron anidar en el hueco de un muro. No nos olvidemos de los habitantes de la noche, porque en el mismo jardín canta el sapo partero bético con sus sonidos similares a los del autillo y se le puede llegar a localizar.
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Herrerillo común (Cyanistes caeruleus) |
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Sapo partero bético (Alytes dickhilleni) |
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Halcón peregrino (Falco peregrinus) |
En los bancales de la aldea también teníamos un escueto repertorio de orquídeas que, para nuestra sorpresa, incluía las Orchis coriophora que anduvimos buscando en otro prado más lejano en el que los ejemplares estaban más cerrados.
Eran abundantes los ascaláfidos del género Libelloides, pero todo un reto a la hora de fotografiar tan inquietos animales y sólo pude trincar una de las dos especies presentes (la otra es Libelloides longicornis, más escasa).
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Orchis coriophora |
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Escarabajo bien estirado |
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Libelloides baeticus |
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Anthaxia hungarica |
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Diminuta abeja sin identificar |
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Libelloides baeticus |
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Tremendo aparato bucal |
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Curioso gorgojo |
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Libelloides baeticus |
Como siempre digo, es natural que ante tanto ajetreo de insectos haya muchos predadores pendientes de ellos (los mismos ascaláfidos antes mencionados son depredadores de pequeños insectos voladores). Mirando con atención las flores es bastante habitual ver a las llamadas arañas cangrejo con algún polinizador incauto que se dejó engañar por su camuflaje.
Aquí podemos ver en estas fotos a dos Thomisus onustus con muy distintas coloraciones, teniendo la primera de ellas un colorido muy acertado para ocultarse en las rosas flores de las jaras Cistus albidus.
También nos permitimos un poco de senderismo con ocasión de visitar a unos muy queridos amigos, viendo los imponentes relieves que labra el río Zumeta a su paso entre las comunidades andaluza y castellanomanchega.
Junto a esos imponentes paredones calizos teñidos de tonos anaranjados crecen enormes sabinas y hasta pinos laricios, reductos de lo que se salvó de ser talado y más tarde repoblado con pinos negrales y carrascos. Bajo el vuelo de buitres leonados y aviones roqueros nos adentramos en una enorme cueva y pudimos, a la bajada, ver una orquídea más que nos había quedado en el tintero.
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Grandes y retorcidas sabinas |
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Limodorum abortivum |
No quiero perder las formas, que las buenas costumbres hay que mantenerlas, y para ello pocas mejores hay que un buen cordero segureño.