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domingo, 26 de diciembre de 2021

Estuario del Guadalquivir

 




El 6 de diciembre amanecí en Las Cabezas de San Juan (Sevilla) muy descansado y cómodo, pues el alojamiento fue mucho más confortable y agradable que el de la noche anterior. Casi me daba pereza tener que marcharme, pero me esperaba la provincia de Cádiz para continuar el viaje por las Marismas del Guadalquivir acabando en su desembocadura.

Me encanta este destino que combina hábitats naturales y humanizados reuniendo marismas, playas rocosas, salinas y lagunas.
La costa fue la primera parada en la playa de Montijo, donde pude disfrutar un buen rato del variado catálogo de aves limícolas pese a que la marea estaba bajísima y las aves estaban muy repartidas en una enorme extensión. A las especies vistas en las fotos habría que sumar que vi zarapitos trinadores, chorlitejos o un águila pescadora, repertorio completado con un pez al encontrar un gobio cuya especie Alberto Benito me ha ayudado a identificar.



Correlimos común (Calidris alpina)

Chorlito gris (Pluvialis squatarola)

Correlimos tridáctilo (Calidris alba)

Vuelvepiedras (Arenaria interpres)

Archibebe claro (Tringa nebularia)

Gobio (Gobius paganellus)


Tocaba ir después a las charcas de Camino Colorado, ese clásico sitio lleno de especies interesantes rodeadas de basura y porquería.
Aquel día no estaba muy animada la cosa, con solamente dos calamones y unas pocas malvasías (que, por otra parte, estas últimas justifican la parada sobradamente) no estuve mucho tiempo allí y me marché dejando atrás la "preciosa" banda sonora de motos y loros enjaulados del lugar.



Calamón (Porphyrio porphyrio)

Malvasía (Oxyura leucocephala)


En las salinas de Bonanza tuve bastante suerte, no había gente en ese momento y eso me garantizó tener los flamencos muy cerca del carril. 
La mejor parte de las salinas fue cerrada al tráfico recientemente, pero también hay que reconocer que muy pocas personas querrían adentrarse a pie como yo hice y me encontré el paraje muy tranquilo y solitario. Bajo el vuelo del águila pescadora y de las bandadas de moritos iba viendo los típicos paseriformes como mosquiteros, currucas y terreras marismeñas, hasta que me llamó gratamente la atención ver unos cuantos escribanos palustres compensando el esquinazo que me dieron en Sevilla.



Flamenco (Phoenicopterus roseus)

Archibebe común (Tringa totanus)

Tarros blancos (Tadorna tadorna)

Curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala)

Cigüeña negra (Ciconia nigra)

Avocetas (Recurvirostra avosetta)

Correlimos común (Calidris alpina)

Escribano palustre (Emberiza schoeniclus)


Se me ocurrió continuar en dirección hacia Trebujena por la llamada Carretera del Práctico. Continuaron así las observaciones de espátulas, flamencos, avocetas, águila pescadora, garzas y anátidas.
Brillaron por su ausencia las cercetas pardillas aunque pasé por donde se han reproducido esta primavera, pero al salir a la campiña disfruté largo rato de un elanio remontándose en las corrientes.



Águila pescadora (Pandion haliaetus)

Espátulas (Platalea leucorodia)

Milano real (Milvus migrans)

Porrón común (Aythya ferina)

Elanio (Elanus caeruleus)



Había quedado en Córdoba con un amigo que me acogería en su piso para seguir desde allí con las salidas del puente, haciendo un sustancioso cambio de entorno que ya detallaré detenidamente en la siguiente publicación.
Como tenía que hacer algo de tiempo hasta la hora convenida, estuve intentando en vano ver águilas perdiceras en un tajo que conozco bien de cuando viví en la zona, hasta que ya al anochecer subí hacia Córdoba atravesando Sevilla y viendo un erizo por el camino.



Salinas y la Sierra de Grazalema al fondo



domingo, 14 de agosto de 2016

La interesantísima fauna del intermareal





Llega el ocaso a la playa de La Arnía, muy cerca de Santander, donde están a punto de descubrirse ante nosotros los distintos habitantes de este espacio intermareal que se adaptan de distintas formas según la zona de éste que ocupen y su consecuente tiempo de permanencia fuera del líquido elemento, siendo algunos de ellos unos auténticos artistas de la supervivencia.

Estos últimos, que llegan a pasar largas horas sin que el mar los cubra, son verdaderos especialistas en subsistir sin el agua hasta que ésta vuelve de nuevo con la marea para marcharse al poco tiempo. La lapa vulgar (Patella vulgata) y la lapa punteada (Patella rustica) son junto a la bellota de mar (Chthamalus stellatus) perfectos ejemplos con sus selladas corazas protegiendo sus delicadas fisionomías de molusco y crustáceo respectivamente.









El alga Cystoseira tamariscifolia muestra llamativos colores verdoso-azulados bajo el agua, pero fuera de ella es simplemente marrón, una curiosidad rodeada de otros organismos que parecen también algas pero son animales; hablo de las anémonas como la ortiga de mar (Anemonia sulcata) y el tomate de mar (Actinia equinia), rodeadas de numerosos erizos de mar (Paracentrotus lividus).












En las pozas y fisuras de las rocas encontramos el nereis de la especie Eulalia viridis, quisquillas (Palaemon elegans), la holoturia (Holoturia forskali), estrellas de mar de las especies Marthasterias glacialis y Asterina gibbosa, y las ofiuras de las especies Ophiomyxa pentagona y Ophiothrix fragilis.












La caracola conocida como púrpura (Stramonita haemastoma) por el tinte que se obtenía de ella antiguamente se mueve lentamente por el fondo, pero que no nos engañen, que otro supuesto caracolillo puede ser en realidad el cangrejo ermitaño con su caparazón de segunda mano a cuestas. De hecho, en muchas de las fotografías que hice aparecen cangrejos ermitaños que no vi en su momento porque pasaban totalmente desapercibidos.







Los distintos grados de adaptación a los niveles del intermareal se hacen muy patentes en los cangrejos. En las cuatro fotos de abajo se pueden ir comparando las distintas fisionomías de la muy terrestre mulata (Pachygrapsus marmoratus), la progresiva adaptación acuática del mazurcano (Eriphia spinifrons) y del cámbaro (Carcinus maenas), y por último las patas posteriores netamente natatorias de la famosa nécora (Macropipus puber).









Al mazurcano lo he querido comentar aparte, por lo atractivo que me ha parecido este pequeño monstruo artrópodo con agudas espinas defensivas en sus extremidades y su afilada pinza izquierda a modo de tijera que puede enviar a urgencias a algún incauto.








Es normal ver peces como los conocidos sargos, pero lo más característico de este ecosistema son los gobios (Gobius paganellus) y blenios (Lipophrys pholis y Parablennius sanguinolentus), que mucha gente recordará si digo que se trata de esos pececillos (aunque algunos tienen buena talla) que suelen verse en las pozas de las playas.
Lo que sí es raro es el congrio (Conger conger), que no es asiduo de estos lugares pero allí estaba este ejemplar juvenil.











Para lo último dejo lo que para mi gusto es rotundamente de lo mejor que se puede encontrar. Con suerte podemos encontrar pulpos (Octopus vulgaris), normalmente pequeños "gracias" a los desaprensivos que han ido esquilmándolos, aunque he tenido la suerte de dar con un ejemplar bien grande. Y si no fuera suficiente, también está el precioso nudibranquio de la especie Hypselodoris tricolor con su fantástico colorido.












Todo esto os habrá parecido algo totalmente diferente a lo que he venido mostrando desde que empecé el blog, ¿verdad?  Quién hubiera dicho que un día acabaría fotografiando un pulpo, estrellas de mar y un nudibranquio entre otros...

Y además fue de lo más divertido ver todo esto durante dos salidas nocturnas con Alberto Benito, quien ya había disfrutado la experiencia anteriormente y tuvo la excelente idea de que fuéramos juntos. A mí desde luego me encantó y me trajo grandísimos recuerdos de cuando leía muchísimo sobre el tema en mi infancia, sirva como ejemplo este dibujo mío de cuando era niño que voy a dejar justo antes de la luna llena sobre la playa.