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jueves, 25 de abril de 2024

Fauna urbana en Córdoba






Córdoba, ciudad califal, es una urbe con un más que rico y bien conocido patrimonio cultural, del que he escogido para adornar esta entrada unas fotos de la Plaza del Potro y distintos rincones cerca del Puente Romano sobre el Guadalquivir.

También posee unos valores naturales que, francamente, no en todas las ciudades se pueden encontrar. Tener ese tramo urbano del río Guadalquivir es algo que ni en Sevilla se disfruta, y eso que en estos paseos que aquí ilustro no tuve suerte viendo nutrias ni avetorillos, aunque sí que vimos al martín pescador y un morito aparte de lo mostrado.



Sírfido

Cernícalo vulgar


Cormorán (Phalacrocorax carbo)

Cigüeña blanca (Ciconia ciconia)


Garza real (Ardea cinerea)

Cormorán (Phalacrocorax carbo)


Martinete (Nycticorax nycticorax)

Uno de estos azulones tiene un ojo con muy mala pinta


Garceta común (Egretta garzetta)

Cotorra de Kramer (Psittacula krameri)




En sus afueras hay un nada desdeñable repertorio de anfibios y también encontramos una culebrilla ciega. Es casi un privilegio que aún al lado de las casas de una urbanización haya ranitas meridionales cantando su celo bajo la luna y junto a tritones igualmente encelados.



Culebrilla ciega (Blanus cinereus)

Tritón pigmeo (Triturus pygmaeus)

Ranita meridional (Hyla meridionalis)


Aunque la estrella de esta entrada supongo que será el cárabo que vimos en un parque urbano, sin que los paseantes se enteren de su presencia como suele ocurrir. La gente vive de espaldas a la naturaleza totalmente.


Cárabo (Strix aluco)



Me encanta terminar las publicaciones con las comilonas siempre que puedo, y en esta ocasión puedo hacerlo con una calidad muy alta.






martes, 7 de abril de 2020

Bonus cordobeses







Esto va a parecer un piscolabis en comparación con los dos platos fuertes de la anterior publicación, pero fue un complemento muy grato a lo vivido los días previos en Extremadura viendo precisamente cosas que allí se quedaron en el tintero.

Ya comenté que llegué a Córdoba el día 1 de marzo por la noche, teniendo por delante un día y medio para intentar ver cosas interesantes. Una de ellas era el pequeño grupo de camachuelos que estaba aquerenciado a un almendro del trocito de la Sierra Morena más cercana a la ciudad, aunque sabía de antemano que era una contrarreloj complicada al haber estado marchándose la mayoría de ejemplares del grupo durante los días anteriores.

El día 2 por la mañana salí junto a José Carlos Sires y Chus para probar suerte con esos regordetes colorados en caso de que aún quedara alguno, cosa que así era todavía pero sin querer mostrarse y solamente haciéndose notar discretamente con sus tristes reclamos. Ya se sentía allí que estaba encima la primavera con los cantos de numerosos pájaros a punto de reventar con el celo, la floración de bastantes plantas, la presencia de los tres papiliónidos de la zona al mismo tiempo (macaón, arlequín y chupaleche) y algunas culebreras sobrevolándonos.


Gagea foliosa

Linaria amethystea

Gagea foliosa

Culebrera (Circaetus gallicus)

También cerca de Córdoba se pueden ver con relativa facilidad unos cárabos que no son muy tímidos que digamos al vivir en un área recreativa, todos conocéis ejemplos de sobra de especies que se comportan de manera muy distinta en espacios humanizados. Por la tarde estábamos allí junto a Esperanza y, al igual que una vez anterior en otoño, con la llegada del atardecer los pájaros forestales de la zona (páridos, pinzones y mirlos) muy furiosos al detectar la presencia del depredador nocturno nos indicaron dónde estaba el pobre cárabo con sus continuos acosos.


Cárabo (Strix aluco)

A la mañana siguiente fuimos José Carlos y yo a Villafranca de Córdoba a ver los críalos, que por esas fechas ya empiezan a incordiar a las urracas y suelen ser fáciles de ver durante sus fechorías.
Allí estaban, efectivamente, varios ejemplares haciendo de las suyas tan ruidosamente como siempre. Las urracas son unos córvidos con una dilatada experiencia gamberra a la hora de hacer la vida imposible a otras especies, de manera que casi creo que el karma hizo que la naturaleza creara al críalo para que ellas sepan lo que es ser fastidiadas.

El críalo fue algo que se nos quedó sin ver en Cáceres como recordaréis, así como las orquídeas al ser pronto por allí. Pero en Córdoba ya habían florecido varias especies de las que vimos tres en concreto, gustándome sobre todo por su ausencia donde vivo de la especie Orchis italica, comúnmente llamada orquídea del hombre desnudo por la impúdica forma de su labelo similar a un hombrecito con sus atributos colgando sin ninguna vergüenza.
Había bastantes más especies tal como me indicó José Márquez por el whatsapp, pero ya iba siendo hora de volver y de todos modos ya echamos una mañana agradable de compadreo en la que prácticamente no paramos de reír ni de contar jocosidades.



Críalo (Clamator glandarius)

Orchis italica

Ophrys tenthredinifera

Críalo (Clamator glandarius)

Ophrys tenthredinifera

Milanos negros (Milvus migrans) en viaje migratorio

Anacamptis champagneuxii

Ophrys tenthredinifera

Gansos del Nilo (Alopochen aegyptiaca), odiosa especie exótica invasora

Orchis italica

Milanos negros (Milvus migrans)

Orchis italica

Jara pringosa (Cistus ladanifer)


Para el mediodía teníamos previsto un buen homenaje en un sitio que hubiera surtido de las esperadas gordosidades esta publicación, pero al estar cerrado nos llevaron en su lugar a una pésima elección donde el baremo de comida infame alcanzó un nuevo nivel de repugnancia. No sé si no habría sido mejor comer orugas urticantes como los críalos.
Pero me quedo sin duda con lo mucho que me reí esa mañana, casi tanto como los críalos con sus estridentes reclamos.







jueves, 28 de noviembre de 2019

Búhos y más cosas por la Sierra Morena cordobesa





El paso de octubre a noviembre lo di en la ciudad de Córdoba visitando a mis amigos José Carlos Sires y Esperanza Poveda, quienes me acogieron una vez más al estar yo por entonces con unos planes cancelados (que más adelante cumpliré para resarcirme).

El 31 de octubre fui junto a José Carlos, pues Esperanza trabajaba aquella tarde, a dar una vuelta por unos pinares en los que los insistentes reclamos de los pinzones vulgares delataban la presencia del temido y odiado predador, que en ese caso era un cárabo bien camuflado con su plumaje gris contra la corteza igualmente grisácea de un pino.
A los pinzones se unieron también algunos mirlos alborotando al pobre cárabo y haciéndole cambiar de posadero hasta que se alejó del lugar. La vida de un predador no es tan romántica como la gente común suele pensar.

Para completarlo más añado una grabación que mis amigos tienen de ese cárabo junto a su pareja en otro día distinto, dejando claro por qué muchos consideran al cárabo la voz de la noche.




Cárabo común (Strix aluco)

Para el día 1 de noviembre ya se nos pudo unir Esperanza, que no tenía pensado dónde llevarnos ni tenía ganas de ir lejos, por lo que la improvisación nos llevó por la Sierra Morena cercana a la capital y no salió mal la cosa disfrutando del águila real y el buitre negro junto a la presencia inesperada de una garceta grande en el río Guadiato.



Garceta grande (Egretta alba)

Gavilán (Accipiter nisus)

Lestes viridis

Murciélago de herradura (Rinolophus sp.)

Prospero autumnale

Buitre negro (Aegypius monachus)

Águila real (Aquila chrysaetos)

Creo que un nemésido

Ratonero común (Buteo buteo)



Al atardecer nos esperaba la magia del búho real saliendo a cantar en unos picachos, llenando el monte mediterráneo con su grave ulular que esa noche no fue respondido por su hembra a diferencia de lo que se oye en una grabación que José Carlos y Esperanza consiguieron en otra ocasión.
Uno no siempre tiene la suerte de despedir la jornada con la silueta del señor de la noche antes de encontrar al modesto sapo corredor por el camino.



Búho real (Bubo bubo)


Sapo corredor (Epidalea calamita)

Una de las más grandiosas observaciones la tuve precisamente cuando el día 2 de noviembre regresaba a Jaén, viendo desde la misma autovía una pareja de águilas perdiceras que llegó volando bastante bajo para remontar una térmica allí mismo. Y yo, desde luego, no me lo perdí al tener una oportunidad de oro pudiendo parar el coche con seguridad.





Águilas perdiceras (Aquila fasciata)

Pero no serán las fieras águilas quienes cierren la publicación, ese menester lo reservé para la copiosa cena que tuvimos la noche anterior junto a la chimenea con la que empecé esta entrada.