Aunque mañana pongo rumbo a Extremadura para inflarme de fotografiar junto a los cracks, ayer por la tarde no pude aguantarme el gusanillo de salir a bichear y tuve que aprovechar que el día estaba muy despejado y agradable.
Como tenía previsto desde la semana pasada que ese día sería el soleado, ya tenía solicitada de antemano una petición para acceder al sendero de la Vegueta del Fresno (es zona de reserva biológica, y es necesario un permiso). Lo "malo" es que esta vez tuvo que ser más "breve" por anochecer más temprano ya, así que estuve sólo dos horas y así me evité volver siendo casi de noche ni tener que apretar el paso al oír a los jabalíes cerca como la otra vez.
De primeras estuve disfrutando de los pajarillos, en esta época quiero estar atento por si se vieran zorzales reales, zorzales alirrojos o pinzones reales, además de fijarme bien para que no me pase como la otra vez que vi una totovía y me quedé tan ancho diciendo que eso era un bisbita.
Conseguí distinguir un pinzón real entre unos pajarillos que levantaron el vuelo hacia las encinas, sin foto obviamente, pero sí pude fotografiar un petirrojo (Erithacus rubecula) que posó muy simpáticamente y a los zorzales charlos (Turdus viscivorus).
Con las cacerías yo casi que no cuento con ver ciervos (Cervus elaphus) como antes, pero sin embargo algunos sí que pude ver. Hay que ver que voy a estos sitios con poca fé de ver un lince, pero me pongo muy nervioso cada vez que oigo o veo moverse por el rabillo del ojo a los ciervos...
Al hacer el camino de regreso, iba protestando en mi interior porque la otra vez vi bastantes rapaces (águila imperial, buitres leonado y negro, azores y gavilán), mientras que ahora me volvía sin nada excepto un lejano buitre leonado... y justo entonces llegó volando desde unos cerros esta preciosidad, un águila imperial (Aquila adalberti) que se alejó reclamando tras cruzar por donde yo estaba. De frente se veía bastante bien, pero luego sentí que estuviera tan oscura por volar por la zona de sombra del valle.
Cuando ya casi estaba a punto de terminar el regreso, un azor pasó volando a lo lejos, pero con tanta distancia y oscuridad que mejor os ahorro la cutrefoto (a pesar de ello estoy seguro de que fuera azor, los gavilanes no baten alas ni planean como lo que yo vi).
No hay mejor manera de terminar que enseñando las vistas que tenía a mi espalda mientras volvía a casa; comprenderéis que sea el sitio que más me gusta de esta zona cordobesa.
Las próximas fotos serán las que haga en el Festival de las Grullas junto a compañeros de categoría, ¡ojo!