Yo mismo la desconocía hasta ahora, eso lo admito, pero pensé que debía enmendarlo y que por mi parte dejara de ser la olvidada de este macizo montañoso, cosa que acabé celebrando mucho porque sinceramente me gustó muchísimo. Obviamente cualquiera pensaría que no notaría mucha diferencia con Segura siendo su continuación natural, pero en verdad pude percibir que estaba en otro sitio distinto por su característico relieve en escamas formadas por fallas inversas del Jurásico.
Para esto último nada mejor que unas cuantas fotos de la zona y vosotros mismos veréis la diferencia en el paisaje.
El punto de partida fue el área recreativa de Gil Cobo para empezar a caminar desde el río Aguascebas del mismo nombre como nos indica el cartel con inconfundible sabor añejo.
Fue una gozada este inicio junto a su refrescante cauce con pozas y pequeños saltos de agua y la escarpada Cerrada de San Ginés, que me brindó una buena dosis de endemismos para mostrarme de forma contundente sus valores naturales. Y es que nada más empezar la ruta vi lagartijas de Valverde (Algyroides marchi), atrapamoscas (Pinguicula vallisneriifolia), violetas de Cazorla (Viola cazorlensis) y un caracol del género Iberus.
Después de la cerrada llegó una bifurcación con paneles explicativos y tomé el sendero que sube al Blanquillo, viendo por el camino mariposas como la doncella de ondas rojas (Euphydryas aurinia) y la doncella mayor (Melitaea phoebe), y pequeños depredadores artrópodos como el escarabajo tigre (Cicindela maroccana) y el neuróptero Libelloides baeticus.
Mereció la pena el esfuerzo, allí arriba las vistas eran impresionantes y en compañía de una chupaleche (Iphiclides podalirius) estuve saboreando las panorámicas bajo el vuelo de buitres leonados y vencejos reales.
La imagen final muestra una de las vistas que más me llamaron la atención, pues se podían ver los tajos del Banderillas desde una perspectiva nueva para mí con la mole caliza de La Sagra asomando por atrás.
Ni que decir que hubo mucha más fauna avistada, como gamos, perdices, pitos reales, abubillas, mosquiteros papialbos, chovas piquirrojas, un águila real, una macaón o una culebra bastarda, así como también fue destacable que durante el ascenso fui encontrando muchas más violetas de Cazorla. ¿Hace falta decir más para resaltar los valores naturales de Las Villas?