Ministerio de agricultura, pesca yalimentación
La encina (Quercus ilex) es una de las especies que mayor
dispersión tiene en el sur de Europa y, sin duda, la más representativa de toda
la península Ibérica. Este árbol, familia de las Fagáceas, ha desarrollado
impresionantes habilidades para la adaptación a las cambiantes condiciones
meteorológicas de países Mediterráneos como el nuestro, caracterizado, sobre
todo en las zonas del interior, por valores de temperatura extremos, como en el
caso de la provincia de Burgos.
Uno de los rasgos que le permite sobrevivir en climas como el de esta
región, donde la encina salpica amplias extensiones de campo burgalés, es su
porte bajo. Esto le permite desarrollar una copa ancha que le otorga sombra
sobre su propio tronco para rebajar así la temperatura durante los tórridos
meses de verano en esta región. Además la encina es capaz de realizar la
fotosíntesis en las horas de menos calor durante el periodo estival. Pero
también está preparada para sobrevivir a las duras temperaturas invernales de
entornos montañosos, ya que la encina cesa su actividad a partir de los 0ºC.
Con respecto a los usos de la encina, se trata de una especie con un sinfín
de utilidades que van desde la producción de madera, aunque sin duda el más
reconocido es de la alimentación de uno de los animales estrella de la
gastronomía española: el cerdo. De hecho el calificativo “de bellota” referido
a este animal es un indicativo de calidad. Además, aunque hoy no está muy
extendido el consumo de bellotas en la dieta española, lo cierto es que durante
siglos –sobre todo antes de la llegada de la patata procedente de América- este
fruto proveniente de la encina fue un alimento característico por su gran
aporte nutritivo.
Antonio Machado:
¿Qué tienes tú, negra encina
campesina,
con tus ramas sin color
en el campo sin verdor;
con tu tronco ceniciento
sin esbeltez ni altiveza,
con tu vigor sin tormento,
y tu humildad que es firmeza?
En tu copa ancha y redonda
nada brilla,
ni tu verdioscura fronda
ni tu flor verdiamarilla.
Nada es lindo ni arrogante
en tu porte, ni guerrero,
nada fiero
que aderece su talante.
Brotas derecha o torcida
con esa humildad que cede
sólo a la ley de la vida,
que es vivir como se puede.