Rivera de San Nicolau
que vas saltando entre aristas
con ansias de llegar temprano
—antes de que el Sol se ponga—
en la parsimonia del valle.
¿Te contaron alguna vez
que somos parientes cercanos?
¡Si!Yo estoy hermanado ¿me oyes?
con la rivera del Hueznar
en San Nicolás del Puerto
y recibí su bendición
entre cortinas de cristal
¡como las tuyas!
y me prestó el diapasón
para medir una a una
la cadencia de las notas
¡como
tú!
Y se brindó como testigo
de mis horas lujuriosas,
de mis cánticos de amor,
de mi tiempo y su tiempo.
Como haces tú,
que no reparas en el doblar
del cencerro,
pero que guardas
en tu orilla
el movimiento sin fin
de la cola Alba alba.
Como hace ella.
Tal vez no vuelva a verte
—tenemos distintas medidas—
sólo me queda el consuelo
de saber que sigues latiendo
siempre que me paro
a
contemplar
el mágico fluir
de las inquietas burbujas
del Nacimiento del Hueznar
en San Nicolás del Puerto.
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martes, 25 de febrero de 2025
Rivera de San Nicolau
sábado, 22 de febrero de 2025
Aparcamiento tramposo
Así comienza este relato, que pertenece al libro "Bajo la luz de mi plaza"
Un estanco es ese lugar donde entran los fumadores para comprar tabaco, una
señora jubilada para comprar unos sobres o un señor mayor que tienta a la
suerte porque ¿qué mejor aspiración que hacer crecer los ahorros a base de
quinielas?
Un nieto puede ser un joven de dieciocho años, que además de tener el
carnet de conducir, ayuda a su querida abuela a la prosperidad del negocio sin
que le preocupe demasiado si algún día lo heredará.
Un mecánico es un señor que tiene un taller de autos, que puede ser que
echase los dientes entre neumáticos apilados, tuercas, gatos hidráulicos y olor
a gasoil. Tal vez aprendió el oficio mucho antes de terminar el Curso que le
acreditaba la capacidad suficiente para meterse debajo de un coche y hacer que
volviese a funcionar.
Un chapista es otro señor que, además de haber pasado por las pruebas de
conocimiento de mecánica para automóviles, un buen día le pareció oportuno
aprender a quitar abolladuras, rascar y pintar.
El acerado de las calles de una ciudad se concibe, por regla general, para que por él deambulen los viandantes sin tener que sortear ningún obstáculo que les impida moverse en cualquiera de los sentidos. Conserva una altura superior a la de la calzada para impedir que los vehículos puedan colisionar con los peatones y, por norma general suele ser un adoquín poliédrico quien mantiene el límite entre ambas zonas. Ocurre a veces que para facilitar el acceso a las personas con alguna dificultad motora se llevan a cabo rebajas del acerado por las que una silla de ruedas, un carrito de bebé, una bicicleta infantil, un patinete o el carro de la compra apenas notan que se entorpece su circulación salvo por una pequeña inclinación que les hace acelerar la marcha primero y aminorarla después hasta recobrar la horizontalidad.
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viernes, 14 de febrero de 2025
La casa deshabitada. Capítulo V
Así comienza el capítulo 5 de la novela La casa deshabitada.
Quedaba poco para llegar al pueblo. Me puse a pensar
de qué irían hablando Elisa y mi paisano desde que se alejaron de nosotros.
—¿Qué me dices de Seda? —Elisa gesticulaba con sus manos.
—Para mí es un poema en prosa. Desde la primera a la última página nos envuelve
en un halo misterioso. Hace disfrutar de la lectura de una manera sublime. Cómo
verás sigo tus consejos —contestó Medardo.
—Sabía que te iba a encantar. Fíjate si te conozco, “nenín”.
—Hay tantos detalles en ese libro que es imposible pasar de puntillas por él.
—Ya lo creo. Además fíjate que es de lectura cómoda, se lee en poco tiempo.
Apenas queda hueco para el aburrimiento.
—Y qué bien encaja el título con la trama…Seda… Era el negocio y al mismo
tiempo la delicadeza de la protagonista femenina.
—Cuánta sensibilidad.
—En lo sucesivo prestaré más atención a tus recomendaciones literarias.
—¿Has llegado a ver la película?
—No.
—Pues no te la pierdas. Está muy conseguida.
—Tendré que pedirle permiso a mi ganado.
Rieron. Unas cuantas aves se cruzaron en su camino.
—Mira, mira, rabúos —dijo Medardo.
—¿Cómo?
—Son rabúos. Es una de las aves más características del verano por aquí, van
siempre en grupo, armando ruido ¿las conocías?
—Con ese nombre desde luego que no —Elisa fijaba su vista en las aves—, y
aunque yo soy urbanita tengo reminiscencias campestres y no recuerdo haberlos
visto nunca.
—En realidad es un rabilargo, de la misma familia
que la urraca.
—A esa sí que la conozco —ríe.
—Ya me lo imagino ¿tal vez por Doña Urraca?
—No sólo por eso, listillo, es que se suele ver más en las ilustraciones, y
además las veo en la carretera cruzando de un lado a otro.
—Pues ya ves, son córvidos los dos, sólo que a la urraca le gusta más deambular
por parejas.
—Les pasa cómo a nosotros —le miró a los ojos. ¿Has visto dónde quedaron los
demás? ¿Tú crees que sabrán algo?
lunes, 10 de febrero de 2025
Flores en Mayo
Flores en
mayo aparecían
junto a la
piedra
cuando
lanzaste el grito
que aún
perdura.
aferrado a
mi espalda
de divino
inocente.
Oigo tu voz
caliente,
sintonía
desajustada,
amapolas de
besos
que caen en
el roce
del cálido
viento de otoño.
gotas de
tinta
evaporo con
rabia
buscando el
soplo
que te
propulse,
que rompa
la costra
que
envuelve tu presidio.
Pero tú y
yo no somos
veletas que
marquen el mismo rumbo,
ni pareja
de bueyes
que aren la
misma tierra.
Diferimos
en el voltaje
del
habitáculo del coche.
no quiero
hundirme
en los
relojes de arena
sino
calzarme unas chilucas
que se sujeten a la roca
reverdecida
del tiempo.
Cerca del
mar o en la ambarina umbría
poblada de
castaños.
cuando por
fin mi verso
sume la
última estrofa
quiero
sentir el tacto
de tus
encallecidas manos,
mirarme en
el cristal
de la flor
que arde en tu pecho
y respirar,
tan solo respirar,
por tus pulmones.