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27 de enero de 2014
Enérgicamente (1)
La energía es ese prodigio que solemos dar por sentado hasta que escasea o sube de precio. Sólo entonces nos hacemos ciertas preguntas que, en defensa propia, convendría hacerse independientemente de las circunstancias. ¿A quién le pertenece la energía? ¿Debe ser un negocio como cualquier otro? ¿Hasta qué punto es legítima su liberalización, y cómo de ajeno a su gestión debe permanecer el Estado? En las últimas fiestas, la corriente eléctrica se interrumpió en Buenos Aires durante semanas, dando lugar a una dantesca mezcla de calor y oscuridad, de sofocos y miedos. Tras una evaluación de las instalaciones, se comprobó que eran obsoletas o insuficientes. Una de las empresas responsables del suministro era Endesa, que produce y distribuye electricidad en Argentina, Brasil, Chile, Colombia y Perú. Podría decirse que Endesa es una empresa española, si no fuera porque en realidad es propiedad de la italiana ENEL, dueña del 92% de su capital. El Ministerio de Economía italiano controla casi un tercio de dicha compañía. Si, pese a las devastaciones de Berlusconi, Italia es miembro estable del G-8 mientras España jamás pasó de suplicar una silla cerca de esa mesa, es precisamente por cosas como esta. El sector energético español se liberalizó por completo entre 1998 y 2003. Es decir, durante las dos legislaturas de Aznar, a quien la ciudadanía reeligió por mayoría absoluta igual que en Argentina hizo con Menem, por mencionar a dos presidentes que basaron su economía en la privatización de los recursos nacionales. Valdría la pena reflexionar sobre nuestra responsabilidad, ya sea por sufragio o por omisión, en estos procesos de usurpación de los bienes colectivos. Responsabilidad que no se limita a encender, o a pagar, la luz.
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21 de septiembre de 2011
El proxeneta
De paso por Italia miro las noticias en la televisión, comparo titulares en los diarios. Y lo único que veo es a Berlusconi rodeado de escotes. El rey sol y sus tetas orbitando. Esta vez le toca el turno a la despampanante e irrelevante Manuela Arcuri, presunta modelo. Manuela declara en todas partes que ella no, que las putas eran otras. En los medios nacionales no se habla de otra cosa: los recortes sociales son menos fotogénicos. El mayor daño de Berlusconi (pero también su mayor conquista) ha sido transformar el debate ideológico en prensa rosa. No simplemente frivolizar la política sino desviar sus ejes, desterrarla de su ámbito. Así es mucho más fácil delinquir. Gobernar, ya no digamos.
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7 de febrero de 2011
Revolución y emulación
También en Italia exigen la dimisión de Berlusconi, al que habían elegido varias veces. Primero lo votan, después lo botan. Es estupendo que intenten deshacerse de tan bochornoso personaje, aunque me inquieta que estas necesarias sublevaciones ciudadanas se estén produciendo de manera refleja por el mundo. Y que de pronto parezcan una eufórica moda global, más guiada por el contagio mediático que por la reacción política. Por la misma regla de tres, la próxima corriente de opinión mayoritaria alinearía al pueblo con una revolución, con una contrarrevolución, con el salvador de turno o con un concurso de la tele. Seguir a los demás no garantiza el cambio social, sino la supervivencia de los mecanismos de dominación. Lamento el escepticismo. Que ya es casi la única postura individual que nos queda.
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21 de octubre de 2010
Todo un león
El alcalde de Valladolid, León de la Riva, que no destaca por su innata sutileza, ha ensayado un movimiento muy propio del político macho: descalificar a una adversaria por su físico. La estrategia es tan simple como sus ejecutores. Si la señora les parece de buen ver, omiten su gestión y comentan sus peinados, vestimentas o cirugías (que nunca serán tantas como las de Berlusconi, en cualquier caso). Y si la señora les resulta poco agraciada, la tildan de marimacho, estrecha o hembrista. Siguiendo este método, el señor León decidió pronunciarse sobre la prominencia labial de la ministra de Sanidad. «Cada vez que la veo esos morritos», argumentó, socrático, «pienso lo mismo». Ahora veamos a León: observémoslo detenidamente. ¿En qué nos hace pensar? ¿En una maceta sin riego? ¿En una caja de tornillos? ¿En una grieta en la pared? Mucho peor aún fue que dijese también de la ministra: «va a repartir condones a diestro y siniestro», siendo –oh– doctor en Obstetricia y Ginecología. Si el Vaticano abre una consulta ibérica, ya sabe a quién llamar.
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