Memorándum: Cosa que debe ser recordada.
Podría optar por envasar el recuerdo de los malos tiempos, por anudar una cinta roja en la memoria y hacer un moño ajustado que me obligue a repasar el pasado una y otra vez. Regodearme en el malestar por costumbre y ceñirme a la idea, ya vencida, de una vida que promete pero nunca cumple.
Pero esa vida, la misma que supo colocarme contra la pared con su puño oprimiéndome la garganta, hoy me deja respirar un aire renovado, con aroma a café y pan recién horneado.
Y es por eso que decido enviarme un memorándum. Una nota escrita con marcadores de colores indelebles y brillantes. Un justo recordatorio para estos buenos tiempos.
Desde el primer minuto de este 2011 tuve la sensación de estar abrazando doce meses de felicidad, de un bienestar que aún no había consumido pero que, sin embargo, podía saborear.
No fue por videncia ni por premonición. Fue por pura convicción y determinación.
Uno elige a cada segundo.
Tuerce el rumbo de las velas en busca de buen puerto o echa el ancla donde puede con tal de no naufragar.
Camina por instinto o siguiendo las coordenadas.
Resiste o existe.
La primera ficha del dominó que se movió fue la interna. La que promovió el cambio, la que se cansó de esperar de brazos cruzados que la alquimia se ocupara de convertir la derrota en los laureles de la gloria.
Decidí aceptar las trabas que me imponía la vida como una enorme advertencia: "no es por acá".
Procuré salir de un trabajo que no era ni beneficioso ni placentero, y terminé en el lugar al que siento que pertenezco. Un empleo en el que no me pesa la llegada del lunes y que agradezco tener.
Esa fue la segunda ficha.
La tercera, fue la grata noticia que me dio Samsung y por lo que les agradezco a ustedes el haberme votado. La notebook se quedó en casa para que pueda seguir escribiendo desde la comodidad de mi cama o desde cualquier bar.
No sé cuál será la ficha que sigue, la que empuje al resto para que el efecto dominó se perpetúe en el tiempo.
Tengo más proyectos que tiempo libre.
Más energía que la que puede albergar mi cuerpo.
A veces se me escapa alguna queja humana. El estrés que me provoca el tráfico, el cansancio, las pocas horas de sueño, el calor de la calle, el zapato que aprieta, la lluvia que moja.
Por eso el memorándum.
Una notita escrita al paso para recordar las explosiones de felicidad.
Para no ser injusta con la vida y ser agradecida.
Para no olvidar este momento.
Pucha que estoy feliz.