Hubo un tiempo en el que las dramedias de Showtime parecían serlo todo. La crítica las apreciaba, sus damiselas ganaban en las galas de premios y se hablaba de ellas por las redes sociales, ni que fuera porque nadie se atrevía a ignorarlas con la presencia de actrices tan aclamadas como Toni Colette, Edie Falco y Laura Linney. No eran exactamente estrellas, pero todas tenían carreras tan interesantes como respetadas. Pero ahora, cuando aún corren por el canal tres de ellas (y todas con los días contados), parece que el tiempo ha decidido ponerlas en su sitio. ¿Acaso importan aún?
Por temática, por su reparto y por su formato, todas tuvieron su momento de esplendor, intentando seguir la estela de Weeds, la única verdaderamente exitosa en el canal y que inauguró una filosofía, la de emitir series con argumentos provocadores y que siguieron tanto United States of Tara como Nurse Jackie y The Big C. Una madre con múltiples personalidades, una adúltera y drogadicta y otra con un cáncer terminal. Tres argumentos listos para suscitar titulares y atraer a todos aquellos que aman las tramas transgresoras (y que las asumen como buenas por defecto) en un esquema distanciado de los tradicionales esquemas de ficción de las networks.
Esta estrategia de unir estrellas de cine con propuestas irreverentes, sin embargo, está claramente en decadencia. Primero cayó de la programación US of Tara, que la audiencia ignoró después de una mala primera temporada, después Laura Linney perdió el Emmy contra Melissa McCarthy (hasta entonces las actrices de Showtime siempre se llevaban el premio en su primer año) y ninguna de estas “comedias” obtuvo reconocimiento en la categoría principal y encima Weeds, la única que ha tenido un público amplio y fiel tanto en el canal como alrededor del globo, no para de ser criticada por sus fans, que le piden la eutanasia después de unas últimas temporadas poco acertadas. Y si todas ellas desaparecieran un buen día sin dejar rastro, la televisión no saldría perdiendo nada.
US of Tara y The Big C, por ejemplo, dependían demasiado en unas actrices que justamente han tenido sus peores interpretaciones en sus vehículos de lucimiento, que se han apoyado demasiado en su talento y fama. También vieron como sus secundarios, por defecto, eran dejados de la mano de Dios o se les buscaban tramas absurdas y directamente imbéciles, intentando conciliar un sentido de la comedia y del drama que jamás acabaron de cuajar. La única que lo logró en cierta medida (con excepción de las primeras temporadas de Weeds) fue Nurse Jackie, aunque también demostró que sus treinta minutos por episodio no eran exactamente liberadores. No representaban diez minutos más (respecto las comedias tradicionales), sino diez minutos menos (respecto los dramas) para poder desarrollar todas sus capas (la trama personal de Jackie, los casos del hospital, la comicidad de los secundarios).
Por esto, si hay que decidir quién es la verdadera reina de las dramedias, mejor recurramos a Laura Dern y a la HBO. Puede que Enlightened confundiera bastante a los críticos con su primer episodio, pero demostró que sabía ser original y tremendamente conceptual (y hasta diría que intelectual) y también entretenida y buena (y elevada). Los vehículos de lucimiento se supone que existen para dignificar a sus estrellas y pocos personajes hay más difíciles, antipáticos, entrañables, estimulantes y agradecidos que el de Amy Jellicoe.