Cuando el pecho de Janet Jackson se aventuró fuera del vestido en su actuación de la Super Bowl de hace unos años, algo se evidenció en los EEUU: las pupilas de los americanos, al igual que no pueden mirar fijamente el sol durante media hora, tampoco pueden ver una teta al descubierto. Si alguien se quedó ciego durante el PezonGate es algo que desconozco, pero a tenor de las reacciones que suscitó ese falso despiste, sospecho que los pequeños debieron tener algún tipo de ataque epiléptico parecido al que sufrieron los niños japoneses con los rayos de Pikachu.
Así, para evitar posibles desprendimientos de retina entre los defensores mundiales de la libertad, programas como Survivor o The Amazing Race vigilan con lupa que no se vea ni un centímetro de más de piel de la necesaria, con una táctica que debe ser parecida a la de las autoridades iraníes. Sin embargo, a veces la censura que ejercen en sus propios programas acaba resultando en una modificación de la situación, y los hermanos gays de la última edición de The Amazing Race, que se tuvieron que pasear en calzoncillos por obligaciones de alguna prueba, despertaron la curiosidad a más de uno cuando les difuminaron los calzoncillos. Metieron carga sexual donde no la había.
En Survivor esta práctica la respeto cuando se utiliza para defender la privacidad de esas personas, que no tienen la culpa que su rival les baje el bañador durante una lucha en el barro. En cambio, en situaciones en las que sencillamente eligen divertirse enseñando carne (las chicas del Amazonas saben de qué hablo) o por cuestiones estratégicas (Richard Hatch primero, Dave el pesado después), la telerrealidad podría perfectamente mostrar los (des)encantos.
No obstante, hay veces en las que simplemente son ridículos los parámetros bajo los que deciden difuminar (o pixelar, como se dice ahora) a los concursantes. Amanda Kimmel, una de las vedettes de Jeff Probst, que decidió repescarla para la edición especial de Micronesia y que ahora la ha querido traer a Heroes VS Villains, se pasó medio concurso en China con el culo borroso.
Su bikini de estampado militar, que justamente creo que a ella le pareció de los bañadores que más debían tapar de la tienda, no cumplía los requisitos establecidos por el colegio de los ópticos. Obviamente, al ver una redonda difuminada en alguna parte de la pantalla, el espectador no tenía otro remedio que imaginar cómo era el culo de esta chica, ganadora del concurso de Miss Montana. Se distraía por algo que realmente no tenía ninguna importancia. Pero esa redonda no fue lo único que despistó a los jugadores.
Su personalidad, amable, y sus preciosos ojos, de cervatillo, incapacitó a sus compañeros de batalla y al público para ver que tras esa mirada también había una mente pensante. El título de reina de la belleza tampoco ayudó, por supuesto. Y la percepción que acabó adquiriendo fue, siempre, la de inofensiva segundona (no la de mujer en la sombra), cuando desde mi punto de vista fue la gran jugadora de la edición de China y también una inteligente concursante en Micronesia.
Por esto espero que, con el bañador adecuado, sepa llevar a cabo su particular venganza con el público (pues este es ahora también parte del lema de la edición). Que vean más allá de su bonito pandero y también de sus morritos de Angelina Jolie porque, independientemente de los resultados, o de si se le sale una teta en una competición o no, ella es la auténtica guerrera de Survivor, con su equipo completo: es guapa, es lista y no hay otra mujer que dé tanto en las pruebas. Esto es, en realidad, lo que venía a decir su polémico bikini.