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jueves, 1 de julio de 2010

Deshonra vampírica

Me molesta que cataloguen la saga de Crepúsculo y True Blood en la misma moda, aunque respete a ambas. No creo, ni por asomo, que compartan público ni objetivos. Son el revés uno del otro. No existe ningún género llamado ‘vampírico’, en el sentido que cada producto puede ser totalmente distinto (y True Blood en parte lo demostró). Pero que distinga la serie de la película, ya que no podrían ser más distintas, no significa que en televisión no haya habido quien se haya subido al carro. Primero tuvimos Vampire Diaries, que cogió a Stephenie Meyer de anzuelo y luego se labró su sello, y ahora tenemos el reverso negativo de toda moda, The Gates, que debió de nacer de rebote con la esperanza de que un par de colmillos atraparían los millones de personas que verán Eclipse estos días.


No hace falta que explique que detrás de todo producto debe haber un contenido bien pensado y enfocado, y no sólo unas desesperadas ganas de conseguir dinero rápido como si la tele fuera una máquina tragaperras y diera igual qué moneda tiraran por la ranura. Pero los programadores de la ABC debieron pensar que “total, es verano” y daba igual lo que esparcieran por la parrilla. Así eligieron un cóctel casi calcado al universo de Charlaine Harris pero rebajando el sexo, la violencia y el sabor de la sangre. O sea, sin ninguna razón para existir, ya que True Blood es un objeto de culto exclusivamente por sus excentricidades, que dan más de si que los giros de guión de Mulholland Drive. Pero sin un buen par de tetas que enfocar, unos mozos que merecen ser disecados para la posteridad y los demás what-the-fucks, ni tan siquiera la obra de Alan Ball tendría sentido.


Las puertas que encierran la comunidad de The Gates, llena de vampiros, brujas y hombres lobo, son la malinterpretación de un fenómeno que, además, por su ubicación también ha provocado unas comparaciones aún más odiosas. Al estar en domingo y en la ABC, hay quien apunta que son unas desesperadas truebloodizadas y algunos incluso lo comentan con sorna. Basta. Si este cruce alguna vez sucediera (con Sookie, Sam y Eric mudándose a Wisteria Lane), la televisión se fundiría de placer.


Y como si ensuciar el nombre de dos obras maestras fuera poco, además el vehículo de Rhona Mitra (que paradójicamente encajaría perfectamente en Bontemps) ha conseguido cargarse la reputación de los domingos de la ABC. De Mujeres Desesperadas y Cinco Hermanos a The Gates y Soundrels. Claro que esta última merece una mención aparte, pues si el renacimiento artístico de Virginia Madsen se basa en este otro engendro catódico, mejor que su carrera hubiera acabado con Entre Copas.