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martes, 5 de julio de 2011

Yo Disparé a J.R.: El trono de las series 'teen', True Blood y Luther

Del trono de los Siete Reinos al trono de los adolescentes. Dos semanas después de comentar las series que más atraen la mirada de la crítica, toca meterse con un género al que poco paran atención: las series teen y las propuestas que nos han traído este verano. Dicen de HBO, Showtime y AMC, pero la encarnizada lucha que se llevan The CW, ABC Family y MTV no tiene nada que envidiarles. El remake de Teen Wolf, la casposa The Nine Lives of Chloe King y Switched at Birth son algunas de las series que analizaremos, además de comentar hacia donde va la cadena de Gossip Girl ahora que la niña de sus ojos puede hallarse ante su última temporada.


Ante un tema tan despreciado como este, hemos invitado a Irene Cívico de Bytheway.tv, locutora en Rac105 y gran amiga nuestra. Quienes la hayáis escuchado antes ya lo sabréis: donde ella va, reina el caos y la diversión, y tiene pocos prejuicios a la hora de hablar de estas fascinantes series donde tipos de veintitantos se hacen pasar por pipiolos sin pelo en pecho.


Claro que, como nos gusta ser unos crowd-pleasers, también hablamos de dos series con grandes problemas de percepción. Por una parte True Blood y las distintas miradas con las que la ve su público, y después esa serie que para muchos es una joya y que debatimos si está sobrevalorada por ser de BBC y tener uno de los personajes más estimulantes de la programación.


Como aún no he averiguado cómo crear secciones que se puedan saltar, aquí viene una guía rudimentaria para aquellos que aún no hayan empezado las nuevas temporadas de True Blood y Luther:


00’ 00’’: Presentación y el debate teen.

37’ 00’’: True Blood y los ojos de su público.

53’ 24’’: La sobrevaloración de Luther.


Ahora ya podéis escuchar el programa aquí:



Si queréis también podéis obtenerlo mediante iTunes y por si acaso también os cuelgo el feed.


(Y qué mejor que ilustrar este programa con la adolescente de Dallas: Lucy Ewing, cuya Charlene Tilton ya haría más adelante todas las poses zorriles posibles y cuya imagen de Lucy vestida de novia la dejo para otra ocasión, pues es para tener una sobredosis de caspa.)

martes, 28 de junio de 2011

Alice II

Los avances previos a los episodios pueden estar repletos de pistas sobre por dónde irá la trama del episodio emitido a continuación, sobre todo cuando muestran personajes o arcos concretos. Molestan un poco a veces, lo reconozco, pero al inicio de la segunda temporada de Luther no nos hubiera venido mal un pequeño recordatorio de cómo había quedado todo. Ni que sea para calmar el alma.


Tuvo una primera temporada tan breve (como ocurre tan a menudo con las series británicas) que hasta me costó ubicar ciertos personajes (o acordarme de extrañar los desaparecidos). También tuve que esforzarme para recordar qué había acontecido, por ejemplo, entre Alice y Luther. Lo peor, sin embargo, ha sido seguir el primer episodio (y el segundo) de la nueva temporada y darme cuenta de algo: me importan tres cominos cualquiera de los secundarios y hasta el mismísimo Luther, que debería ser el protagonista casi-absoluto de la ficción. Lo único relevante, al igual que antes, es Alice Morgan. Sólo ella.


Cada plano con este personaje, la sociópata que asesinó a sus padres, es una maravilla. Palpas la belleza y la monstruosidad que exhala con cada palabra susurrante. Quedas hipnotizado por sus expresivos ojos, su exagerada boca y el pelo rojizo. Ruth Wilson sigue como siempre, deslumbrando con su deliciosa bestia, que se toma su propia vida (y la de los demás) como si fuera un juego e intenta discernir en cada diálogo qué se esconde detrás, ya que la empatía no es lo suyo. Lo mejor es que lo notas en cada mirada, electrizante. Pero desaparece del plano y se pierde el fulgor de su cabello, la chispa de sus ojos y la exquisitez de sus frases. Y Luther, tanto la serie como el personaje, se apaga.


Alice es un personaje extremo y funciona a la perfección. Luther, en cambio, intenta ser también una serie extrema y se pierde por el camino. Sus bonitas formas engañan bastante (los británicos saben cómo hacer que sus series luzcan), pero siempre tengo la impresión que el guión no está a la altura. Los casos, como el del inicio de temporada, pecan de pretenciosos (el psicópata tiene unos planes muy ambiciosos) pero se quedan en algo carente de interés, por pasados de rosca y exagerados (hasta me recordó a Whitechappel, o sea, nada bueno), porque el interés de Luther suele estar en otra parte (¿en serio actúa como actúa en el segundo episodio?) y el nuestro también, pensando en la ausencia de Alice.


El problema es que los casos, al igual que los fregados en los que se mete Luther (creyéndose él siempre que no tiene otra elección, haciéndose el mártir), ocupan la mayor parte del metraje. Fue una alegría que renovaran la serie para esta segunda tanda, aún más breve. Quería ver más a Alice Morgan, una loca muy inteligente con la que me encantaría tomarme un té con una nube de leche. Por otra parte, me alegraré cuando lea que es seguro (seguro) que no hay tercer tomo. Si tiene que ser en estas condiciones, paso.


Otra cosa sería, en cambio, que él aceptase la oferta de Alice y se fuera muy lejos con ella, a algún paraíso de hamacas en la playa y sexo salvaje en la suite del hotel. Entonces quizá la serie sí que tendría mi total interés. Al fin y al cabo Alice es tan interesante porque no sabemos qué esperar de ella, ni tan siquiera Luther. Una luna de miel llena de desconfianza, morbo latente y hasta un rompe-hielos bajo el colchón. No me lo perdería.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Alice

Que en Luther corra un personaje de la talla de Alice Morgan no significa que la serie esté a su altura. Pero que no esté a la altura de semejante monstruo catódico, no comporta que sea una serie vulgaris. Es correcta, incluso buena. También muy recomendable. Sin embargo, en una época como esta, donde la moda 2.0 es criticar las series de casos por defecto, sorprende que haya tenido tan buena acogida. Porque Luther, con Alice o sin ella, es un procedimental con un par de elementos seriados. Es buena, con esos planos tan potentes, y es increíble cuando el duelo interpretativo se apodera de la pantalla. Pero que acabes queriendo que se llame Alice en lugar de Luther también dice mucho de su resultado final.


Él es un protagonista de los que se llevan ahora, con dobleces morales que debe juzgar el espectador. Un policía capaz de cualquier cosa por atrapar al asesino. E Idris Elba, al que a veces veo un poco inexpresivo (como en The Wire), puede con él. Pero tras golpes de efecto como tirar un teléfono por la ventana o dejar morir a un asesino, a veces cuesta comprender las motivaciones de John Luther. Entiendes su carácter y la relación con la esposa, pero a menudo da la sensación que elige hacer las cosas de la peor manera posible cuando hay una forma ética y viable. Y aquí me gustaría diferenciar entre ser autodestructivo e impulsivo, y el ser estúpido. Aunque al visitar los mil lugares comunes del policía que se toma la ley por su lado, uno acaba aceptando los arrebatos bajados del cielo del agente de policía, sobre todo porque Elba tendrá una eterna mirada tristona, pero también la presencia que requiere su personaje.


El caso de Ruth Wilson, no obstante, se sale de la norma. Interpretar a un psicópata es un caramelo que ya han probado unos cuantos (que se lo digan John Lithgow, galardonado tanto con el Emmy como con el Globo de Oro por su papel de Trinity en Dexter, o a Anthony Hopkins), pero el encanto que ella le atribuye es mérito suyo (además de un guionista que sabe muy bien qué no contestar para que siga siendo misteriosa y peligrosamente cercana). La serie podrá ser una más y también sus casos, pero cada cara a cara entre Alice y Luther es un duelo de altos vuelos. Las palabras de ella, medidas al milímetro (y no esa verborrea en off de Dexter). Y el desconocimiento de porqué mató a sus padres (o de no querer aceptar que quizá no tenía razones ‘razonables’ y que valga la redundancia) permite que el espectador la admire. Si Hannibal Lecter tenía una retorcida relación paternofilial con Clarice Starling, lo de Alice y Luther es un “quien se pelea se desea” en toda regla.


Es por ella que siento la necesidad de recomendar este drama policial que ha sido encumbrado mucho más allá de lo que merecía. Y es que Luther tendrá una escenografía muy cuidada y también unos asesinos de juzgado de guardia (esos mamporros psicodélicos a la puerta merecían un aplauso y también el falso policía sacando la lengua), pero es engañosa. Que parezca tomarse tan en serio a si misma no significa que sea perfecta. Es sutil, por ejemplo, cuando el protagonista resuelve un caso sin tan siquiera salir de su oficina (sin que nos demos cuenta y sin que hagan énfasis en ello). Pero la falta de minutos de Alice en el tramo intermedio de la temporada es un fallo porque en el fondo dan igual los esfuerzos de Elba: la calidad de Luther es proporcional a la presencia de Ruth Wilson.