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jueves, 11 de octubre de 2012

El día a día de los tíos buenos

No hay que confundir las series de casos con las series ‘profesionales’, por llamarlas de algún modo. Unas suelen abordar un objetivo concreto, ya sea resolver un asesinato, encontrar una cura para un enfermo o ganar una batalla legal, y las otras retratan el día a día de los miembros de alguna profesión. Se enmarcan dentro de esta categoría un clásico de la televisión americana como Homicide de David Simon, el drama policial Southland y ahora vuelven los bomberos con Chicago Fire.

Como ocurre con este subgénero, la voluntad de sus creadores es contar la historia de unos hombres cuya rutina laboral les desgasta poco a poco y afecta su carácter y también sus vidas privadas. Deben tomar decisiones al límite, se juegan la vida con cada salida y encima los demás dependen de su eficacia y de la suerte que tengan en ese preciso instante. De aquí que los bomberos propicien una serie de estas características. Puede que su reclamo no sea la resolución de una investigación pero debería tener componentes emotivos que la hicieran atractiva: el trabajo en equipo, la adrenalina de la acción, el riesgo diario y las víctimas directas e indirectas (las familias que sufren a diario, por ejemplo).

Como se nota a través de la introducción, este modelo de ficción me gusta, me interesa y creo que puede ser muy estimulante si se sabe tratar (a fin de cuentas Southland es uno de los mejores dramas de la TV, en mi opinión). Pero otra cosa es que crea que Chicago Fire puede acabar dentro de este grupo, el de las series ‘profesionales’ que consiguen transmitir algo más que disparos o incendios, sino el calor de los personajes a quienes sigue.

Mientras que está producida por Dick Wolf, autor de la franquicia Ley y Orden (cuya serie madre tenía un fuerte componente rutinario sobre todo en la vertiente policial), los creadores Michael Brandt y Derek Haas, sin experiencia en el medio, no parecen decididos a ensuciarse las manos como requiere la obra. La fotografía, por ejemplo, no se atreve a ser cruda y se queda en mediocre; la escena inicial, en la que muere un compañero, resulta muy simplona para las consecuencias que acarrea; y el cásting resulta muy artificial.

Taylor Kinney, para ser exactos, es una vergüenza de actor. Conocido por estar bueno en unos cuantos episodios de The Vampire Diaries y ser la pareja de Lady Gaga, no tiene nada que aportar aparte de unas abdominales bien definidas. El problema es que él y Jesse Spencer (House) son inicialmente los protagonistas, Kelly y Matthew, dos antiguos amigos que están enfrentados desde que murió accidentalmente uno de su equipo. Y en una serie de estas características, una serie que debería tener carácter, es un error garrafal priorizar unas abdominales por encima del talento. Demuestra las pocas ganas que tiene de ofrecer un producto digno, sobre todo porque hay muchos hombres atractivos y con buen cuerpo que pueden servir al papel con mayor eficiencia que Kinney, un intérprete lamentable.

jueves, 10 de mayo de 2012

Los anticipos de los 'upfronts'

Se han acabado las especulaciones: los upfronts son la semana que viene, cuando las cadenas deberán vender sus series a los anunciantes, y con ellos llegan las cancelaciones, renovaciones y las propuestas para la próxima temporada. Pero, como nunca he encontrado la gracia en especular sobre las premisas de las series antes de verlas, prefiero no analizar los casos uno a uno (aunque haré una excepción con la NBC). Al fin y al cabo, lo que hace buena una serie no es su planteamiento, sino cómo se aborda. Pensemos, por ejemplo, en The Good Wife. Pocos podíamos imaginar que el enésimo drama de abogados sería la mejor serie actual (aunque, si no sois fans, voy a decir la mejor serie de una network) y muchas series supuestamente interesantes no acaban yendo a ninguna parte (Person of Interest, Terra Nova). Esto no significa que no haya alguna cosita que comentar de las noticias de estos días:
La noticia de hoy es la cancelación de Alcatraz y la renovación de Touch en la FOX, que suena a maniobra para salvar los muebles ya que ninguna de sus apuestas dramáticas les ha funcionado este año. ¿Pero por qué Touch y no Alcatraz o Terra Nova? Pues porque aún no ha caído tan bajo como la serie de JJ, porque no es tan cara como la serie prehistórica y porque su planteamiento procedimental les permite aumentar su (decreciente) parroquia, además de la confianza que tienen depositada en Kiefer Sutherland después de 24. Y de sus propuestas para el año que viene, lo más interesante es ver que han comprado una serie escrita y protagonizada por Mindy Kaling, lo que indica que abandona The Office, y que les han encargado una serie a los creadores de  Cómo Conocí a Vuestra Madre que estará protagonizada por Becki Newton, lo que prueba otra obviedad con respecto a Barney. Bueno, y de sus novedades diría que la más interesante es The Following con Kevin Bacon, sobre un policía que se dedica a atrapar a psicópatas ‘creados’ por un asesino en serie, sobre todo para comprobar si son capaces de rememorar un poquito la oscuridad de Expediente X o incluso de Millenium, que era francamente inquietante.
Quien seguramente no es la envidia de la televisión, en cambio, es Robert Greenblatt. Desde que es jefe de entretenimiento de la NBC, el canal no ha levantado cabeza. Puede que él no tenga la culpa, ya que heredó la situación, pero Smash no ha dado los resultados que cabía esperar y se van a enfrentar la temporada 2012/2013 en peor estado que el anterior. Lo que significa que la misión aún se les habrá complicado más, ahora que ni tan siquiera The Office y L&O:SVU le funcionan. Y, aunque no me gusta opinar por avanzado, sus proyectos huelen a quema: ya sea porque poco convence la premisa “Modern Family en la Casa Blanca” de 1600 Penn (en la foto); porque Animal Practice suena oligofrénica cuando intentan venderla como “el House veterinario”; porque dan grima los pósters de la próxima serie del terrible Ryan Murphy, llamada New Normal; porque ya nadie quiere a Matthew Perry y no necesitamos verle otra vez haciendo el mismo papel en Go On; y Revolution, que nace de JJ Abrams y Eric Kripke (responsable de la muy apreciable Supernatural), lo tendrá difícil para sobrevivir si consigue no ser un bluff como The Event, Jericho o cualquier serie que ha intentado ser la nueva Perdidos. Pero creo que su intención es no intentar dar un bombazo (memos en el caso de Revolution), sino atrapar otra vez a una audiencia con series poco ambiciosas y menos caras que Smash y The Playboy Club, como si quisiera aprender de su hermanita pequeña, USA Network. Por cierto, los estrenos que más me interesan de la cadena son Save Me con Anne Heche y Chicago Fire, ni que sea porque tengo curiosidad para ver cómo funcionará un procedimental de bomberos.
La noticia menos oportuna, sin embargo, es la renovación de gran parte del reparto de Anatomía de Grey una semana antes de la emisión de la season finale, cuyo mayor anzuelo es saber qué personaje relevante morirá y quién se irá de Seattle. Así que los espectadores, de momento, ya podemos descartar a estos actores como el posible fiambre que hizo llorar a todos los guionistas mientras escribían la muerte (todo según Shonda Rhimes, claro). Aunque a muchos les llenará de alegría saber que tendrá una novena temporada con algunos o todos los históricos (y que aún podrá tener otra porque han renovado para dos años). Por más predecible que fuera, la ABC está tan callada con respecto a sus encargos y cancelaciones, que al final acabaré pensando que nos tienen una sorpresa reservada.