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lunes, 3 de marzo de 2014

El guionista asesino

Kyle Killen es gafe. O tiene mala suerte o simplemente no vale para meterse en el juego de Hollywood. Pero su currículum es más fatídico que el de Nathan Fillion antes de protagonizar ‘Castle’, más en la línea de Christian Slater, ese señor que en los últimos años ha enterrado todos sus vehículos de lucimiento. Por lo tanto, que Killen y Slater se unieran para un proyecto, el primero como creador y el segundo como protagonista, era probablemente la peor idea de la historia de la televisión. Quizá alguien del canal ABC creyó que dos signos negativos darían positivo. No fue el caso.

‘Mind Games’ es la tercera serie escrita por Kyle Killen que fracasa y, si nos fijamos en su formato, era una consecuencia lógica de sus anteriores trabajos. El pobre intenta encontrar una fórmula que guste al público sin renunciar a ser original y otra vez no ha atraído el interés de la audiencia. Se estrenó con poco más de tres millones de espectadores y un 1.1 en los demográficos, lo que son unos datos inaceptables para un drama de una network.

La primera vez que llegó a televisión fue en 2010 con ‘Lone Star’. Era el niño bonito de esa temporada que estaba a punto de arrancar por ser joven y por apostar por un planteamiento distinto. ‘Lone Star’ tenía potencial para ser una especie de culebrón de calidad sobre un chico (James Wolk) que mantenía dos vidas paralelas con dos identidades distintas. Por un lado estaba casado con una chica sencilla y también parecía estar enamorado de una joven de buena familia en cuyo negocio quería trepar. Pero la etiqueta de promesa de la industria le duró poco, sobre todo cuando se estrenó el piloto y obtuvo el título de estreno con peores audiencias de la historia de las networks (que ya le han robado, que conste). A los dos episodios la serie ya estaba fuera de la programación.

Como la trama se consideró que era muy serializada, que era algo poco habitual en la televisión generalista, optó por acercar unir un planteamiento high-concept con una temática muy familiar, la policíaca. Así creó su segunda serie, ‘Awake’, sobre un policía que alternaba dos vidas pero con un toque más onírico. Él tenía un accidente de coche y desde entonces cada día despertaba en una realidad distinta: en una había muerto su mujer, en otra el fallecido era su hijo. Una idea original que captó otra vez la atención de los críticos, que tuvo un episodio de presentación con muy buena acogida pero que tampoco se ganó el favor del público. De hecho, hasta la propia serie sufría por querer gustar a un público amplio: por más que tuviera casos de la semana, lo interesante era todo lo demás. Y no ayudó que la NBC fuera un canal en horas bajas: una temporada y la propia ‘Awake’ y el policía protagonista se fueron al cielo con la mujer, el hijo o quien fuera.

Por esto había expectación por ver qué ocurría con ‘Mind Games’, tanto por morbo como esperanza. ¿Sería otro fiasco en su currículo? ¿Sería tan interesante como los demás proyectos fallidos? Pues sí y no. Se estrelló y esta vez nadie lamentará si acaba desapareciendo de la parrilla porque esta vez ha querido probar su originalidad de otra forma y no acaba de cuajar. Como plantear premisas diferentes en marcos reconocibles no le funcionó, esta vez aplicó el esquema de “caso de la semana” a una temática curiosa. En ‘Mind Games’ dos hermanos intentan ayudar a personas o empresas a lograr sus objetivos mediante elaboradas estrategias de sugestión y persuasión, basadas en teorías sobre el subconsciente. Y esta premisa tiene un punto fantasma y repelente que ningún atisbo de originalidad podría salvar, sobre todo porque no resulta nada original cuando se le echa un vistazo.

Lo único que sorprende es que recibiera el visto bueno del canal ABC, sobre todo viendo como tiene uno de los personajes más insoportables que se hayan visto en los últimos años. Steve Zahn ya es un actor que coger con pinzas, pues imaginad si encima interpreta a un bipolar con tendencia a gritar y dar golpes a las cosas. Y tiene más defectos, pero podemos ignorarlos. Al fin y al cabo, en breve ‘Mind Games’ estará fuera de la programación y no volveremos a acordarnos nunca más de ella. Y Kyle Killen probablemente recibirá algún encargo en un par de años y todos nos preguntaremos hasta qué punto la industria puede tener tanta paciencia. Si el resto de humanos la cagásemos tres veces seguidas en nuestro trabajo, fuera por la razón que fuera, dudo que nos dieran una cuarta oportunidad, sobre todo porque esta última vez Killen se ganó el fracaso a pulso.

jueves, 28 de junio de 2012

Las promesas canceladas y el especial de los Emmy

Las cancelaciones pueden ser enemigas públicas de cualquier amante de la televisión, pero su papel a veces también ayuda de alguna extraña forma. Al menos, esto se me pasa por la cabeza al ver que en la próxima Comic-Con habrá un panel dedicado a Firefly en motivo de su aniversario. Ha cumplido diez años desde que se emitieron sus catorce episodios de forma desordenada en el canal FOX y que le permitieron convertirse en una de las obras de ciencia ficción más apreciadas de todos los tiempos.
No deja de ser curioso que, en un mundo como es el televisivo, se pueda mitificar tanto una serie de televisión que, al fin y al cabo, no tuvo que demostrar que era capaz de mantenerse, como tienen que hacer todas las series que son renovadas para una segunda temporada. Según Joss Whedon, él tenía planeada una historia para siete temporadas que jamás pudo llevar a la pequeña pantalla y que nunca será vista, y jamás tendrá que probarlo (que no digo que no lo tuviera bien pensado, que conste). Y, como encima su continuación en forma de película, Serenity, tampoco llegó a recuperar su presupuesto a través de la taquilla (otra cosa es que ese fuera su objetivo, que seguro que habrá opiniones muy diversas), difícilmente protagonizará una resurrección. Ni el éxito de los Vengadores le permitiría a Whedon encontrar el capital necesario y hace muy poco ya desmintió las declaraciones de un actor del reparto, Alan Tudyk, que habló de una posible secuela gracias al éxito en DVD y BluRay. Tampoco lo necesita: con catorce episodios, se hace referencia a Firefly como si fuera una obra maestra contemporánea de la televisión. Para qué jugar con semejante culto.
El caso de Kyle Killen

Por suerte, aunque Whedon tenga en su currículum este western espacial y Dollhouse, que tuvo dos cortas temporadas, por lo menos ha tenido dos series de largo recorrido como son Buffy y su spin-off Angel. En cambio, los hay que viven de las rentas imaginarias o, mejor dicho, de lo que podría haber sido y jamás tuvo lugar como es el caso de Kyle Killen. Primero estrenó Lone Star en septiembre de 2010 y una semana después fue cancelada, a pesar de las buenas críticas, y durante este midseason la NBC le emitió Awake, que tampoco encontró un público suficiente para seguir en antena para una segunda temporada.
Puede que nunca vayamos a saber cómo Robert Allen iba a manejar sus dos vidas y sus dos mujeres, ni cómo el policía Michael Britten iba a lidiar durante varios años con sus dos realidades, en las que moría alguno de sus seres queridos. Sea como sea, tanto Lone Star como Awake han convertido a Killen en uno de los creadores televisivos a tener en cuenta, ni que sea porque sus propuestas siempre han sido conceptualmente ambiciosas y no han pensado en las networks como estrictos monstruos donde la originalidad y los dramas adultos no tienen cabida. Lástima que su valentía nunca se haya visto recompensada por un éxito de público, ni haya ayudado a revitalizar la franja de las diez de la noche, donde antes sí tenían cabida ficciones más serias.
Sin embargo, paradójicamente, puede que la reciente cancelación ayude a que Awake sea recordada, de la misma forma que la fulminante desaparición de Lone Star tras dos episodios le permitió mantener un halo de promesa. En lugar de pensar en los casos de asesinato que nunca acabaron de cuajar o la fibra sensible que tenían los primeros episodios y que después se perdió en medio de la paranoia del detective Britten, seguramente los amantes de la televisión guardarán en su memoria la interesante premisa, las reflexiones sobre la muerte que brillaron en los primeros episodios y la esquizofrenia del final, que a ratos parecía un spin-off de Mulholland Drive de David Lynch. A Killen se le juzgará por lo arriesgado y ambicioso de sus propuestas, y por el potencial de ambas. Lo que hace una cancelación a tiempo.
P.D.Podcast: Como muchos habían pedido, al final mi companion y yo hemos grabado un programa especial sobre las posibles nominadas a los Emmy. Vamos, que tenéis una hora y media de desvarío sobre qué series y actores estarán nominados, por qué sorpresas apostamos (¡Madeleine!) y cuáles serán nuestras favoritas. Para todo ello, además, tenemos como invitado a Daniel Martínez Mantilla, especialista en los premios del otro lado del charco. ¡Aquí lo tenéis!

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miércoles, 9 de mayo de 2012

La naturaleza del midseason

Septiembre es un mes feroz para estrenar las series. Todas los canales van a por todas, se gastan millones de dólares en la promoción de casi todas sus series y, en menos de un mes, ya han caído algunas de las grandes apuestas. Sin embargo, el midseason es un mundo aparte porque, para empezar, parece haber menos probabilidades de supervivencia que en esos Juego del Hambre de otoño, sobre todo porque en primavera se consume menos televisión y por lo tanto cuesta aún más fidelizar al espectador con un producto nuevo. Bueno, y encima hay que tener en cuenta que los canales siempre tienen sus razones para aplazar esos estrenos para marzo o abril.
Por un lado están aquellas series que se presentan al público tardíamente porque la cadena no sabía qué hacer con ellas. Las típicas series que sobre el papel podían tener potencial y que, después de ver los pilotos, se dieron cuenta que necesitaban tener un golpe de suerte para que les sobrevivieran. Es el caso de Scandal (y de Missing, igual de bochornosa). Una cosa era soportar los inútiles monólogos de Meredith Grey sobre la vida y la muerte y otra ver al presidente de los Estados Unidos decir semana sí y semana también que es “el líder del mundo libre”. No es de extrañar, por lo tanto, que haya habido tanta gente por las redes sociales que dice habérsela quedado de lo involuntariamente cómica que llega a ser. Y Kerry Washington, por cierto, es para darle de comer aparte junto con Shonda Rhimes por sus extrañas muecas y por creer que tiene un buen papel entre manos (y que lo suyo es una interpretación seria).
Awake, en cambio, pertenecía a otro grupo, el de los experimentos (en el que también entraría The River, por ser un experimento). La NBC sabía muy bien que en septiembre semejante serie no sobreviviría porque con la crisis que tenía el canal costaría que la gente se fijara en ella y encima tenía un concepto que no sabían cómo vender: una serie de policías sobre un hombre que vive en dos realidades paralelas. Por eso confiaron en los críticos, que se pasaron muchos meses esperándola como agua de mayo, y la estrenaron en marzo. No les funcionó, por supuesto, pero no porque no valiera la pena y seguramente acabará su primera temporada y no la volveremos a ver.
Y después están esas series para las que sí había grandes expectativas como Smash y Touch, que se reservaron para más adelante. Smash porque querían que The Voice fuera su lead-in, porque tenía mucha audiencia y encima era de temática musical, y Touch porque literalmente la FOX no tenía suficiente espacio en la programación para emitir todas sus grandes apuestas en septiembre. Hay que entender que, a diferencia de las otras networks, FOX no tiene la franja de las diez de la noche y por eso siempre tienen alguna fuerte apuesta en la recámara, ni que sea porque Kiefer Sutherland es icono desde 24 y encima le habían dejado el espacio de después de American Idol para que se luciera. Claro que, semejantes casualidades babélicas y sentimentaloides, tampoco han cuajado del todo. Tuvo la mejor promoción, el mejor estreno pero poco a poco se ha ido deshinchando.
Por lo tanto, y en resumen, este año tampoco ha habido otra gran revelación como Anatomía de Grey, que en su momento sorprendió a todos dando una sonada campanada con veintitantos millones de espectadores. Esto no quita que, ni que sea porque la televisión norteamericana tampoco tiene muchas alegrías estos días, algunas de estas regresarán en primavera. Touch, por ejemplo, ha decepcionado pero sigue en mejor forma que Alcatraz, en la que confiaron muy poco, y Scandal está consiguiendo unas cifras aceptables sobre todo porque comparte público con Anatomía de Grey. Eso sí, juega en una liga muy inferior, la de las ridiculeces que jamás debieron ver la luz del día.

miércoles, 25 de abril de 2012

El desastre de la NBC

Casi todos los meses saco a colación, por una razón o por otra, que la NBC está en ruinas. Mirando las audiencias, a nadie se le escapa que están por los suelos y que toca cambiar el rumbo, pero da la impresión que ninguna estrategia les funciona. Puede que la televisión en general se haya desgastado, pero sus datos quedan en evidencia al lado de la competencia y, si no fuera por la cantidad de contenidos propios y originales que emiten, algunas noches tienen números de cable. Es ridículo, por ejemplo, que Prime SuspectThe Firm y Awake hayan llegado a registrar menos de un punto en los demográficos en la noche de los jueves. Bueno, más bien humillante.
Ha llegado abril, además, y cuesta imaginar qué series tendrán un respiro de cara al año que viene. En un mundo ideal, casi toda la programación sería cancelada y regresarían en septiembre con un nuevo rostro, pero está claro que el horno no está para bollos y semejante estrategia no sucederá (aunque justamente las hermanas pequeñas de NBC están en auge, tanto Bravo, como Syfy y USA Network). Esto incluye a CommunityParks and Recreation y 30 Rock, y a Ley y Orden y a todos los estrenos. Están por los suelos y ya no hay razón que las excuse (por fans que tengan todas ellas y especialmente la comedia referencial de Dan Harmon).
A pesar de que el jefe de entretenimiento de NBC, Robert Greenblatt, dijera que no dependía de Smash todas las esperanzas del canal, hay una parte que así sí que lo creía. Al igual que hizo la ABC hace tres temporadas con Modern Family, se esperaba que alguna serie diera el vuelco y sorprendiera con su buena acogida, algo que no ha ocurrido y ninguna de las nuevas apuestas ha rendido como cabía esperar (con algo de optimismo, claro).
No les funcionó una comedia más simpática y ligerita como Up All Night ni con Mayah Rudolph y Christina Applegate en cabeza, ni el regreso de la sitcom más tradicional de la mano de Whitney Cummings, que sí ha tenido un hit en CBS (2 Broke Girls). Tampoco les salió bien lo de congregar al publico adicto a los dramas criminales, consiguiendo que se les ignorara Prime Suspect con Maria Bello y la más conceptual y ambiciosa Awakepor no hablar del fracaso de The Playboy Club. Y Smash, que ha sido renovada por una segunda temporada, ha sobrevivido por el simple hecho de que se emite después de The Voice, pues no ha causado sensación y sus audiencias son justitas por la franja que le reservaron.
A este espiral de decadencia, además, tampoco ha ayudado que incluso su bastión de los jueves, The Office, haya caído a niveles de audiencia lamentables desde que Steve Carell abandonó la serie y que su único drama con unas cifras solventes, L&O:SVU, también se haya desgastado desde que Christopher Meloni decidiera no renovar contrato y Mariska Hargitay quisiera desaparecer progresivamente. Ni tan siquiera The Voice les ha servido de cortina de humo para ocultar semejante realidad, también porque se ha ido desinflando a medida que pasaban las semanas al igual que ocurrió el año anterior.
Semejante desgaste hasta ha provocado que su espacio matutino, el Today Show, se haya resentido. Después de liderar su franja durante 852 semanas consecutivas, perdió la batalla por primera vez ante Good Morning America de ABC. La enésima señal de que el público norteamericano está perdiendo interés en la NBC y, cuanto más tiempo pase sin conseguir un éxito en el primetime, más difícil lo tendrá para remontar. Que los tiempos, ya de por sí, no están siendo amables para la televisión.


lunes, 2 de abril de 2012

La muerte de los Britten

Los críticos estadounidenses esperaban con muchas ganas Awake porque su premisa era original y encima su responsable, Kyle Killen, había estrenado Lone Star el otoño anterior, una prometedora propuesta que desapareció en menos de lo que canta un gallo. Pero tanto preguntarse cómo se lo montaría para contar la historia e imaginar si tendría futuro, casi ni caí en la cuenta de lo que comportaría su argumento. Hablar sobre la muerte.


La premisa, que ya he explicado otras veces, gira entorno a un policía que, después de tener un accidente de coche, alterna dos realidades: una donde murió su hijo y otra donde lo hizo su mujer. En su momento, su creador comentó que escribir los episodios era como construir un puzzle de Rubik cada semana, pero diría que exageró. Sí que es verdad que las dos realidades no son exactamente iguales y que por lo tanto debe vigilar muchísimo qué revela y cómo funcionan los casos de homicidio de un lado y del otro, pero la labor más difícil debe ser tratar en cada episodio una temática tan complicada como la muerte sin ser sensibloide, ni excesivamente deprimente (es una network, no un canal de cable premium como HBO que ya lo exploró en A Dos Metros Bajo Tierra).


El caso de Michael Britten, además, es muy particular. Él sigue viendo a sus dos seres queridos, pero está privado de vivir plenamente con ambos a la vez en un mismo universo, y éstos, que no están en la misma situación que el policía y de poco les serviría entenderla, deben asimilar la muerte del otro. Hannah intenta no ser devorada por la frustración de haber perdido su único hijo, aprovechando cada relativa consolación que le ofrezca el destino, y Rex se siente desconectado de su padre, sin saber cómo expresar su dolor. Y conectar con el duelo de sus familiares no es tarea fácil para Michael, sobre todo cuando él no ha perdido a ninguno de ellos.


La mirada del protagonista es lo más interesante porque induce al espectador a tener empatía con una tragedia que no necesariamente se ha vivido. Él busca señales en su día a día para proyectar, entender y aprender cómo consolar a su mujer y a su hijo. Y, mientras que los casos policiales no necesariamente son muy lucidos (y la conspiranoia mucho menos), en el tercer y cuarto episodio Killen deja bastante claro que su fórmula funciona si intenta profundizar en la muerte, lo que acarrea y cómo salir adelante. Está de más, diría yo, cuál de las dos realidades es la de verdad y si hay alguna forma de unirlas. Al fin y al cabo, él tampoco está especialmente interesado en descubrir si una de ellas es de mentira porque no quiere tener que aceptar que su mujer o su hijo ha muerto.


Espero, además, que sigan por este sendero porque Killen, después de dos primeros episodios que flaqueaban en la parte procedimental, está teniendo el tacto y las agallas necesarias para hablar del tema y creo que la experiencia está valiendo la pena. Conseguir que conectemos con el dolor que provoca la muerte y que no huyamos, requiere mucho temple.


P.D.Podcastero: Sobre si importa más la conspiración o la muerte hablamos en el último podcast de Yo Disparé a J.R., donde además hablamos sobre qué versión de The Killing es mejor (la original danesa o la americana), cómo ha evolucionado Smash después de su fantástico piloto, qué ha acabado siendo Alcatraz y recomendamos Scott and Bailey, una serie británica sobre dos policías muy personales. Podéis descargar el episodio en la barra lateral y aquí tenéis la guía:

La guía:


- 0': Awake y la muerte.

- 15': Forbrydelsen y The Killing sin spoilers.

- 28': Smash y su evolución.

- 57': El final de Alcatraz con spoilers.

- 68': Scott and Bailey, la recomendación.

jueves, 29 de marzo de 2012

Las tramas superiores

El público siempre ha opinado pero, desde que existen las redes sociales, su voz cada vez se oye más. Supongo que influenciados por él, muchas de las series actuales optan por responder a unas demandas que, por otra parte, son prácticamente imposibles de satisfacer. Si a esto le sumamos que los aficionados de la ciencia ficción seguramente son los más exigentes (y ruidosos y pesados), está habiendo una auténtica obsesión por clarificar todos los aspectos de cualquier serie que parta de una premisa del género.


Cuando en la nueva apuesta de la NBC Awake dos personajes se sentaron en un banco y aludieron una conspiración mayor, pensé que ya estábamos en las mismas de siempre. Alguien quiere dejar entrever que, por surrealista que sea la situación, hay una explicación y unas personas implicadas. Y lo curioso es que, después de ver el piloto, pensé que era totalmente innecesario.


En mi opinión, lo interesante de una ficción como Awake es ver cómo sigue adelante un hombre que, desde un accidente de coche, vive en una realidad donde falleció su mujer y en otra donde su hijo fue el que murió. Al fin y al cabo, estos elementos son los que aportan matices a la historia y a los personajes, siendo claramente un drama familiar donde igualmente el protagonista puede estar desconcertado y buscar explicaciones a su situación. Pero que alguien se pregunte porqué ocurren las cosas, no significa que tengamos que saber las respuestas. Yo, por ejemplo, sobrevivo cada mañana sin entender el significado de la vida (y eso que la historia la protagonizo yo mismo).


El inconveniente es que, una vez se entra en el sendero de apuntar hacia unas respuestas, ya no hay marcha atrás. Este fue el problema de Perdidos. Apuntó a que todo tenía sentido y varios años después lo resolvieron chapuceramente (con palancas mágicas y templos de cartón propios de Xena). Por suerte, parece que los sucesores de JJ Abrams en Fringe sí que entendieron mejor cómo manejar el misterio y, mientras desvelaron quiénes eran los observadores al cabo de un tiempo (que tampoco lo pedía), tampoco quisieron detallar demasiado el razonamiento. Dijeron, dejaron entrever, pero igualmente nos quedamos con muchísimas dudas. La clave también reside en no elevar el misterio por encima de los personajes y sus tramas, y en la isla llegó un punto donde lo único importante era llegar al final, sin importar el camino.


El otro caso similar sería el de Battlestar Galactica, donde la trama también había sobrepasado a los personajes. Pero su final, a diferencia del de Perdidos, sí que fue bastante satisfactorio. Después de tanto debate entre monoteístas y politeístas, la esencia de las máquinas, visiones y profecías, se optó por un cierre que se negaba a responder punto por punto todas las preguntas pero que igualmente era un final muy claro. Y se negó a ser del todo absolutista, dejando espacio para la mística.


Sin embargo, en casos como el de Awake, creo que se debería tomar ejemplo de Atrapado en el Tiempo de Harold Ramis. Mientras que en un principio se plantearon exponer todas las razones por las que Bill Murray se despertaba cada día en el día de la marmota, al final decidieron contar la historia de su personaje pero sin desvelarnos porqué había ocurrido o qué o quién lo había provocado. El conflicto consistía en cómo le afectaba la situación, no cuál era su causa. Y pocas películas son tan amables y tan redondas como esa, ni tienen una historia tan bien contada.

martes, 6 de marzo de 2012

Los despertares de Michael Britten

Cada vez está más abierto el debate de si vale la pena invertir en una serie hasta que su futuro esté algo asegurado. Como ya no esperamos a que lleguen las series incluso años después de haberse estrenado en Estados Unidos, siempre vivimos con el riesgo a que nos las cancelen justo cuando les hayamos cogido el punto. Y esto ocurre sobre todo con cualquier serie que estrene el canal NBC. Está teniendo tan mala racha que uno acaba siendo consciente que hay muchísimas probabilidades de que nos quedemos a medias e incluso da miedo empezar propuestas tan interesantes como Awake.


Los críticos ya se encargaron de que a los aficionados a la televisión nos picara la curiosidad. Desde que vieron el piloto en algún screening, decidieron predicar que era una de las series noveles más intrigantes que iban a estrenarse esta temporada. El problema es que, al entender que el público no les daba tregua, la NBC decidió aplazar su emisión indefinidamente a la espera del momento idóneo (y seguramente con ninguna esperanza de que funcionara después de ver como incluso The Playboy Club era ignorada con la cantidad de promoción que le dedicaron). Pero justamente este aplazamiento pudo tener sus consecuencias positivas: sin el alud de estrenos de la competencia, quizá ha conseguido unos resultados mejores a los que hubiera tenido en septiembre (que tampoco fueron para lanzar cohetes: 6,2 millones y 2 puntos en los demográficos).


Las dudas de la cadena eran comprensibles porque Awake ofrece una serie policíaca con una premisa bastante rebuscada. Un detective de homicidios que, tras sufrir un accidente de coche con su familia, empieza a alternar dos realidades paralelas: una en la que murió su mujer y otra en la que fue su hijo quien no sobrevivió. Pero lo que captó más la atención de los críticos fue ver que en cada episodios hay ciertos elementos en común entre las dos realidades y que posiblemente requerirán de la atención de los espectadores más obsesivos además de encaminar la trama hacia lugares más trascendentes.


Por lo que fue, el piloto era solvente. Explicó de forma muy comprensible el punto de partida de Michael Britten, el protagonista interpretado por un Jason Isaacs siempre por encima de la media, y también nos mostró su apuesta visual realista y a la vez eficiente a la hora de diferenciar los dos mundos. Pero le veo un problema: según indican bastantes periodistas estadounidenses, Awake se acabará centrando en los casos que investiga Britten y puede que acabe por distanciar la serie de su público potencial. Por un lado, los amantes de las series procedimentales puede que huyan ante una premisa un tanto complicada y los seguidores de las series de ciencia ficción y de los dramas más arriesgados puede que la desprecien por culpa de los casos.


La experiencia ha demostrado una y otra vez que es poco cauto juzgar una serie únicamente por el piloto pero tengo que reconocer que, a pesar de que me ha gustado el primer episodio, yo también tengo mis dudas. Puede que los diálogos con los psiquiatras sean bastante estimulantes y que también lo sea la trama existencial, pero lo importante será construir y tratar los casos de forma entretenida si estos acaban centrando la serie. Y los del piloto dejaron mucho que desear.