Mostrando entradas con la etiqueta Cumpleaños. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Cumpleaños. Mostrar todas las entradas

martes, 21 de enero de 2014

Felicidades Ángela

Hoy mi niña guapa cumple cuatro años. En un abrir y cerrar de ojos mi
bebota linda se ha convertido en una niña bonita por dentro y por fuera, 
por ser la más beautiful entre las beautifuls, por ser tú, única e irrepetible.
Te quiero desde el instante que te pensé...
 Eres tan tan bonita que esta canción te va que ni pintada.




viernes, 21 de enero de 2011

¡Felicidades princesa!

Hoy hace un año que mi niña vino al mundo, la hija de mis sueños que siempre se escapaba, más guapa, al igual que su hermano, de lo que jamás imaginé.
Recuerdo ese día al detalle: que vi amanecer en el coche, que el día se levantó frío y soleado como hoy, y que fue un parto rápido -que la epidural no hizo efecto y me debieron escuchar hasta en Japón-. A las once de la mañana nacía mi princesa. No rompió a llorar hasta que me la pusieron sobre mi pecho, tres kilos seiscientos, blanca, redonda y perfecta. Un amor a primera vista.
Y hoy mi cielo, mi princesa risueña de ojos avellana cumple un añito. A ver si sopla la vela sin levantarse el flequillo.
¡Felicidades Ángela! ¡Eres la niña de nuestros ojos!

martes, 21 de septiembre de 2010

¡¡Felicidades rey mío!!

Mañana mi niño, mi rey, mi vida, mi cielo, mi todo, cumple tres añitos. Qué rápido pasa el tiempo... Todos los padres decimos lo mismo año tras año...  Hace tres años estaba en la habitación del hospital, esperando a ponerme de parto porque había ingresado con fisura en la bolsa amniótica y Gabriel se estaba quedando sin líquido, así que si en 24 horas no me ponía de parto me lo provocaban. No me dolía nada, estaba más fresca que una lechuga, por un lado impaciente por conocer a mi cachorro, de olerlo, como dice mi amiga María ese olor a vida, de abrazarlo... Por otro lado pena, porque mi embarazo finalizaba con tres semanas de adelanto y a mi me había gustado tanto estar embarazada, lo había saboreado  como al helado que creía no iba a volver a probar, y no me sentía preparada aún para compartir a mi hijo con el resto del mundo. Me había encontrado bastante bien, muy cansada desde el principio eso sí, pero a grandes rasgos no podía quejarme, sin náuseas, durmiendo a pierna suelta hasta el final (ya me ajustarían las cuentas con el embarazo de Ángela), más feliz que una perdiz y sin otra preocupación que mi barriga (y los pies, hichados como un Bigfoot) que le recomendaba a todo el mundo embarazarse.
Y también estaba el miedo al parto, que mi hijo naciera sano, a lo desconocido, al dolor a pesar de la epidural, a no perder el control y liarme a tortas con la comadrona (es broma) y ese largo etc que nos corroe a las madres antes de parir.
Pero lo que más miedo me dió fue que de repente fui consciente que iba a ser madre, que ya no había vuelta atrás y si sería capaz de estar a la altura (cada día que pasa estoy menos a la altura, hay días que se la situación se me va de las manos y los vecinos deben pensar de mi que soy la niña del exorcista, que se le va a hacer...).
Me ahorro los detalles del parto que no fue mal pero tampoco bien si comparo con el de Ángela. Mi hijo llegó al mundo el 22 de septiembre de 2007 a las 17:45 de la tarde haciendo alarde de los pulmones de barítono con que la naturaleza lo ha dotado.
Y como no sé si mañana tendré tiempo de mear adelanto esta entrada.
¡¡Te quiero más que a mi vida chiquitín!!