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jueves, 21 de julio de 2016

Doble función a sala llena

La décima temporada del Cineclub La Rosa comenzó con dos funciones consecutivas de Tokio-ga, de Win Wenders, debido a la cantidad de gente que quedó afuera de la programada originalmente para las 20.30 horas.


Como una excepción se realizó una segunda proyección, en 16mm, a las 22:30, y nuevamente para sorpresa de todos, la sala volvió a quedar chica.


Gente sentada en el piso, y hasta de pie, disfrutaron del film de Wenders sobre Yasujiro Ozu.














jueves, 14 de julio de 2016

Tokyo-ga

Comenzamos el ciclo dedicado a Win Wenders y sus excursiones por Japón con el documental que hiciera en homenaje a la figura del gran Yasujiro Ozu. La proyectaremos en 16mm gracias al Goethe-Institut Buenos Aires, el miércoles 20 de julio a las 20.30 horas en Austria 2154.


Miércoles 20 de julio - 20:30 horas
TOKYO-GA
(Idem, Alemania / Estados Unidos, 1985, color, 92 minutos)
Dirección y guión: Win Wenders.
Producción: Chris Sievernich.
Dirección de Fotografía: Edward Lachman.
Montaje: Wim Wenders, Solveig Dommartin, John Neuburger.
Música: Laurent Petitgand.


En el tercero de sus diarios cinematográficos, Wim Wenders se dedica a seguir las huellas del gran director japonés Yazujiro Ozu, a quien ha considerado antes como el único cineasta de quien ha aprendido algo.

En 1983, veinte años después del fallecimiento de Ozu, Wenders ambula por Tokio, la nueva capital de la electrónica recreativa y del torrente de imágenes. Las impresiones de la televisión japonesa, de los estadios de golf, de los pabellones de Pachinko y de los parques en los cuales los japoneses celebran la florescencia de los cerezos bailando, las compara él con los recuerdos de la ciudad de las películas de Ozu que se le ha quedado en la memoria. La discrepancia es patente. En su "viaje a Tokio", Wenders continúa el contenido de la película del mismo nombre de Ozu, a la cual cita detalladamente al principio y al final. Las propias impresiones, que también son una forma de producir imágenes, las confronta él con los recuerdos que tienen el actor Chishu Ryu y el cámara Yuharu Atsuta de la mano y del genio de Ozu, cuya obra la celebra Wenders aquí como una "Reliquia del cine".


Como todos los diarios cinematográficos de Wim Wenders, Tokyo-ga es también una intensa ocupación con el propio ámbito. Sin embargo, esta película se distingue de los otros diarios por su carácter meditativo. Más pensativa que analíticamente, más meditativa que reflectivamente Wenders intenta acercarse al secreto del único "maestro", cuya pureza de la representación ha admirado siempre, y también al ideal de la cinematografía: "Mirar sin querer comprobar."

La confrontación del Tokio real con los recuerdos a la ciudad de Ozu le conduce a una deficiencia aguda, a »un recuerdo a lo que ya no había más: una mirada que podía crear orden en un mundo cada vez más fatal; que podría hacer todavía más transparente el mundo. No obstante, la inflación de las imágenes no admite más transparencia. Lo único que todavía existe -raramente suficiente- son los aislados instantes de la verdad: momentos en los cuales los hombres y las cosas se muestran tal y como son. Wenders encuentra absurdamente tales instantes sólo allí donde las acciones han perdido su sentido original: en los golfistas, quienes ya no meten más sus pelotas, sino trillan en redes; en los obreros que fabrican manjares de cera para las vitrinas; en los jugadores de Pachinko, quienes se entregan apasionadamente a un juego en el cual no hay nada qué ganar, sino, en el mejor de los casos, que perder el tiempo. Ante tales imágenes colmadas, a Werner Herzog, el amigo y compañero de Alemania, le gustaría huir mejor a las montañas más altas, y si no, incluso hasta Marte, con el objeto de recuperar su claridad y su transparencia.


Wenders se queda mejor en la tierra y, en lugar de ello, huye al recuerdo de Ozu, para quien tales imágenes, "que crea claridad", eran todavía una cosa muy natural. Wenders no lo pronuncia, pero en los informes de Chishu Ryu y Yuhara Atsuta se manifiesta claramente que la calidad de la producción de imágenes es siempre también y, en primer lugar, una calidad humana. Por esta razón, sus recuerdos a Yazujiro Ozu no sólo son una exaltación del genial obrero que naturalmente había sido Ozu también, sino más bien un elogio a la persona. Atsuta, quien le había "servido" a su maestro como cámara hasta su muerte, musita el resultado bajo las lágrimas de una emoción avasalladora: "¡Ozu fue un rey!"

Peter Buchka


Función realizada con el apoyo del Goethe-Institut Buenos Aires.

A último momento, y debido a la cantidad de asistentes, se decidió hacer una segunda función a las 22.30 horas, nuevamente a sala llena. En un caso excepcional en la historia del Cineclub La Rosa, agradecemos la buena voluntad de los concurrentes. 


Temporada X / Funciones 197 y 198
Cineclub La Rosa
Austria 2154

lunes, 11 de julio de 2016

"Tokyo-ga": Un viaje por el Japón de los 80 en busca de Yasujirō Ozu

Wim Wenders filmó en el Tokio de 1985 un espléndido documental donde se adentraba él mismo en las peculiaridades de la capital japonesa, tratando de darle un ápice de realidad al que es uno de los directores más célebres, Yasujirō Ozu.


Cuentos de Tokio (Tokyo Monogatari) es probablemente la película más celebrada de Yasujirō Ozu. Aunque, como él mismo señala, las 53 películas del director tratan sobre un tema común: la evolución de Japón en el siglo XX, dejando atrás lo tradicional, abrazando lo occidetal. Sin embargo, el toque de Ozu va más allá de hacer un retrato de su país: profundiza en temas universalmente humanos.

Para Wenders, Yasujirō Ozu es una especie de deidad en el cine. Lo que el percibía en sus películas era de una pureza y una realidad tan elevada que le veía un significado mucho más allá del cine. Es por eso que decidió ir a buscar a Tokio ese universo cinematográfico y plasmarlo en Tokyo-ga. Ése en el que la juventud es rebelde, la familia se desintegra lentamente, y los pequeños detalles son los que importan en la vida. Pues luego éstos son los que perviven en la muerte.

Durante una hora y media se alternan dos visiones en el documental. Wenders nos describe sus impresiones al llegar a esa gigante, excéntrica ciudad que es Tokio. Realiza un ejercicio de investigación y fotografía para obsquiarnos con aquello que sólo reside en la capital japonesa; al menos, lo que se puede extraer con una cámara. Nos lleva a través de un Tokio ochentero que, para nuestra sorpresa, no ha cambiado tanto en 30 años. Se convierte en un jugador de pachinko. Contempla la extraña manera de practicar el golf en las azoteas de la ciudad. Filma con fascinación la artesanía de la comida “de pega”.

La otra mitad del documental gira totalmente en torno a Yasujirō Ozu. Intenta encontrar paralelismos entre lo que ve en la calle y lo que vio en las películas. Finalmente, se acerca a la dimensión más humana de su objetivo: entrevista a Chishu Ryu, presente en muchísimas de sus películas; habla también con quien fue su director de fotografía Yuharu Atsuta. Sus testimonios sobre el director son realmente solemnes.

Ni el propio Wenders sabe realmente si su documental conseguirá algo o va en busca de una quimera. Sin embargo, sus esfuerzos por acercar Japón al occidental lo son también para acercarlos a sí mismo. Por eso el documental fluye con naturalidad y especial sosiego. Por momentos, parece que Wenders es el extraño, y no la ciudad que lo rodea.

Aki Monogatari

lunes, 27 de junio de 2016

Wenders Japón

¡Sí, comienza la décima temporada del Cineclub La Rosa! Y comenzamos 2016 con dos documentales realizados por el gran Win Wenders sobre dos grandes personalidades de la cultura japonesa: el cineasta Yasuhiro Ozu y el diseñador Yohji Yamamoto. Como siempre, con entrada libre y colaboración voluntaria, y proyección en 16mm gracias al Goethe-Institut Buenos Aires.


En el verano de 1983, Wim Wenders fue invitado a Tokio para participar en una semana de cine alemán. El viaje le dio la posibilidad de ampliar las experiencias vividas en Nueva York durante el rodaje de Reverse Angle, cortometraje documental que había hecho por encargo el año anterior. Pero albergaba otras intenciones, como él mismo reconoce en Tokyo-Ga (1985): lo movía el afán de reencontrar las huellas de Yasujiro Ozu, uno de los cineastas que más influyó en su formación y estilo.

Su objetivo no era el peregrinaje, confiesa, sino “rastrear” el universo que registró el cineasta japonés, constatar “si quedaba algo de su obra” en el Tokio que se abría a sus ojos. Tokyo-Ga, en poco más de hora y media, recoge sus hallazgos.

Pocos años después, en 1989, es el Centro Georges Pompidou de París quien le encarga a Wenders un "retrato documental" sobre el modisto Yohji Yamamoto, quien señala que a él le interesa “el mundo, no la moda”, y entre distintos formatos de captura de la imagen y los devenires de la relación entre documentado y documentalista, construye un diario que reflexiona sobre muchas cosas. Y así surgió Apuntes sobre ciudades y vestimentas, segunda película del ciclo que da inicio a nuestro ¡décimo año consecutivo!

Emiliano Penelas
Programador


Miércoles 20 de julio - 20:30 horas
TOKYO-GA
(Idem, Alemania / Estados Unidos, 1985, color, 92 minutos)
Dirección: Win Wenders.

Wim Wenders se acerca hasta el universo creador y el paisaje vital de Yasujiro Ozu, uno de los pilares fundamentales del cine japonés. Pero el realizador alemán no se limita a reflejar lo que inspiró a Ozu, sino también a radiografiar un país en continua metamorfosis.


Miércoles 27 de julio - 20:30 horas
APUNTES SOBRE CIUDADES Y VESTIMENTAS
(Aufzeichnungen zu Kleidern und Städten, Alemania / Francia, 1989, color, 79 minutos)
Dirección: Win Wenders.

Realizado por encargo del Centro Georges Pompidou de París, Wim Wenders encara un retrato documental sobre el modisto japonés Yohji Yamamoto y su proceso creativo. En una intervención que pone en juego los roles de documentado y documentalista, la película pone en jaque los principios de ambos oficios, los dispositivos de registro, la industria del cine y sus proximidades a la moda.



Ciclo realizado con el apoyo del Goethe-Institut Buenos Aires.

jueves, 27 de agosto de 2015

"La mujer zurda", primer largometraje de Peter Handke

Compartimos la crítica de Augusto Martínez Torres en el diario El País publicada en la fecha de estreno español de La mujer zurda, nuestro próxima película en el Cineclub La Rosa, el miércoles 9 de septiembre a las 20:30 horas, con proyección en 16mm gracias al Goehte-Institut Buenos Aires.


Hoy se estrena en el cine Alphaville-4, de Madrid, La mujer zurda (1978), primer largometraje del conocido dramaturgo y novelista alemán Peter Handke, relacionado con el mundo cinematográfico por haber colaborado con Win Wenders, que ha producido esta película. Se trata de una minuciosa narración que describe el solitario mundo de una mujer separada con un hijo de diez años. Representó a la República Federal de Alemania en el Festival de Cannes de 1978.

Nacido el 6 de diciembre de 1942, en Griffen (Carintia, Austria), Peter Handke se da a conocer en 1965 con su novela Los avispones, a la que sigue su obra teatral Insultos al público. Desde entonces mantiene una incesante actividad que le lleva a escribir ensayos, radioteatro, poesía y guiones cinematográficos. Entre nosotros es especialmente conocido por sus obras teatrales: Kaspar (1968) y El pupilo quiere ser tutor (1970), montadas por José Luis Gómez. Y por sus novelas El miedo del portero al penalti (1970), publicada por Ediciones Alfaguara, donde ya aparecen las peculiaridades de su personal estilo; Carta breve para un largo adiós (1972), Alianza Editorial, en la que se puede apreciar la influencia del cine y de la novela negra; Cuando desear todavía era útil (1974), Tusquets Editor, breve colección de ensayos, y Desgracia indeseada (1975), Barral Editores, que gira en torno al suicidio de su madre. La amistad de Handke con el director alemán Win Wenders le hace relacionarse con la industria cinematográfica. En 1972, Wenders, tras hacer su larga práctica de fin de carrera, busca financiación para su primera película profesional y consigue que la televisión le coproduzca una adaptación de El miedo del portero al penalti, tercera novela de Handke, que en aquel momento está de actualidad. Aquí, Wenders comienza a interesarse por el característico héroe solitario de Handke, que va de un lugar a otro impulsado por un complejo «miedo al miedo», como dice Félix Winter, el protagonista de Alicia en las ciudades.


Handke interviene en la trilogía, que gira en torno al tema del viaje como forma de conocimiento de lugares y personas, con la que Wenders se da a conocer internacionalmente. La parte que transcurre en Norteamérica de Alicia en las ciudades (1974) está libremente inspirada en Carta breve para un largo adiós (Nota: este libro puede consultarse en el catálogo de la Biblioteca). Y Movimiento falso (1975) se basa en la obra homónima de Handke, que es una adaptación libre de Wilhelm Meister, de Goethe. En 1977, después de hacer El amigo americano, Wenders produce La mujer zurda (Die linkshändige Frau),basada en una obra de Handke publicada en 1976, que supone la perfecta adecuación cinematográfica de su peculiar estilo literario.


La influencia japonesa
Después de estar unos días sin verse, una mujer, Edith Clever, se encuentra con su marido, Bruno Ganz, y le dice que, durante la primera noche que han vuelto a pasar juntos, ha sentido que deben separarse, que tiene que vivir sola con su hijo. Así comienza la minuciosa narración de la soledad,de una mujer separada, aislada del mundo, que vive en una gran casa, medio vacía y rodeada de trenes, con su hijo de diez años; que hace traducciones para sobrevivir y que lentamente se encamina hacia la locura en su calidad de exiliada alemana en un París contemporáneo y hostil. Un día, la mujer, su hijo y un amigo de éste van al cine a ver Coro de Tokio (Tokyo no gasshu), (1931), una de las últimas películas mudas del gran realizador japonés Yasujiro Ozu, recientemente proyectada en la retrospectiva que le ha dedicado la Filmoteca Nacional. En una de las vacías paredes de su casa, una gran fotografía de Ozu preside una habitación.

La mujer zurda es un reflejo, tanto de la particular forma de escribir de Handke, de construir sus personajes solitarios y dispersos como de su gran admiración por la obra cinematográfica de Ozu. En la forma de estar planificada, en la lentitud en que se desarrolla la trama, en la manera de concebir las relaciones entre los personajes, se nota la bien asimilada influencia del maestro japonés.

Con esta primera película, Handke demuestra que sabe lo que quiere y que tiene un claro conocimiento de las técnicas de narración cinematográfica. Por lo que se sitúa entre los grandes creadores del denominado «nuevo cine alemán».

Augusto Martínez Torres
Diario El País de España, 19 de diciembre de 1979