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lunes, 3 de enero de 2022

Para nosotros la libertad

La civilización no suprime la barbarie: la perfecciona.
Voltaire


El reloj de la Catedral de Estrasburgo, Francia, es un reloj astronómico, obra maestra única del Renacimiento. Fue creada por matemáticos, artistas y destacados hombres de su tiempo. Se instaló en el siglo XIV, entre 1352 y 1354. Estaba equipado con componentes extraños para su época. En el reloj había un gallo dorado y tres reyes bíblicos frente a la imagen de la Virgen.

En 1931 René Clair dirige un film emblemático: À nous la liberté. Es, entre otras cosas, una crítica a la deshumanización de la era industrial. La cinta inspiró al genial Chaplin para Tiempos Modernos. La película de Clair es una bella parábola sobre las cosas verdaderamente importantes en la vida. Digamos que era una película amada por los viejos socialistas y libertarios de su tiempo. Había un sueño, una utopía, una armonía colectiva. Percibía expresiones profundas y libres del ser humano.

Vivimos un mundo de contradicciones y distopías. El futuro – hay científicos, hombres de pensamiento, intelectuales que trabajan desde hace años el tema – es complejo y en principio sin muchas esperanzas. Es el universo de las máquinas, de la ingeniería genética, de la dictadura tecnológica. Lo observamos de manera cotidiana a nuestro alrededor. En los hogares, en las calles, en las confiterías, en las escuelas. En los cines. Por supuesto que la tecnología puede mejorar al ser humano, pero no hablamos de eso. Hablamos de lo que se ha denominado el transhumanismo. Detrás ingenieros sociales, el aislamiento de una realidad virtual, una robótica sin límite. Una pérdida de la libertad, de la conciencia crítica. No olvidemos que el transhumanismo “propugna el uso de la manipulación genética y la nanotecnología como métodos para mejorar a las personas”.

Recordemos que fue descrito por Francis Fukuyama como «la idea más peligrosa del mundo». Ronald Bailey considera lo opuesto: “es un movimiento que personifica las más audaces, valientes, imaginativas e idealistas aspiraciones de la humanidad”. Hay que volver sobre las Jornadas de Filosofía e Inteligencia Artificial que se llevó a cabo en Cataluña en 2019. Veamos un fragmento. “El transhumanismo es la nueva utopía del siglo XXI; viene a decir: vamos a cambiar la evolución”, dice un estudioso del tema, el urbanista Albert Cortina. Y observa que todo esto tiene detrás a las grandes corporaciones de Silicon Valley. En efecto, es muy posible que estas ideas no hubieran salido nunca de un ámbito ciberpunk si no fuera porque su gran apologeta es nada menos que el director de ingeniería de Google, Raymond Kurzweil, por más señas inventor (diseñó, siendo muy joven, una máquina lectora para ciegos), teórico visionario, un hombre empeñado en la prolongación de la vida, especialmente la suya propia”. Algo más. “La máquina, por exceso de datos, puede llegar a manipularte –reconocía Núria Agell, matemática de Esade–. Ya tenemos las máquinas que nos están superando en capacidad de cálculo, memoria y velocidad. Pero se está investigando en la interacción persona-IA, en introducir nuevas formas de razonamiento; se tiene que intentar trabajar con etiquetas lingüísticas valorativas, que sirvan para tomar decisiones con el razonamiento que nosotros los humanos utilizamos”.

Estimado lector, desde mi juventud los libros me acompañaron con pasión. Desde Julio Verne hasta George Orwell, pasando por Huxley, Thoreau, Bradbury, H.G.Welles, Arthur Clarke, Mary Shelley o nuestro Bioy Casares. Comienzo 2022 escuchando a Edvard Grieg. Compositor y pianista noruego, como usted sabe, uno de los representantes del romanticismo musical. Si, por supuesto: Peer Gynt, La mañana, sin duda.

Carlos Penelas
Buenos Aires, 1 de enero de 2022

lunes, 15 de marzo de 2021

8 y 1/2: una lección de cine gracias al caos creativo de Fellini

El film, que acaba de regresar a las salas porteñas en una versión remasterizada en 4K, pudo haber sido protagonizado por Charles Chaplin o Laurence Olivier.


Con el retorno de las salas cinematográficas a la ciudad de Buenos Aires tuvo lugar también el regreso a las carteleras de Federico Fellini, uno de los nombres más importantes de la historia del cine de todos los tiempos. De aquél que redefinió para siempre al cine italiano y construyó un sueño onírico y fantástico que también cambió (o supo interpretar) la identidad de toda Italia. Porque, se sabe, ya no existirá Italia sin pensar en Fellini y tampoco podrá algún hecho grotesco en cualquier lugar del mundo, preso de surreal desmesura, no pensarse como “fellinesco”; aunque la parodia esconda en rigor la mirada pesimista del genio del cine italiano sobre la especie humana y, asimismo, un duro juicio moral sobre un cinismo cincelado en esas frívolas conductas.

Pero, ante todo, Fellini fue un director fiel a sí mismo, a sus constantes obsesivas, a sus anhelos artísticos, a sus experimentos visuales dotados de una singular poesía que escondían la mirada, que nunca dejó de ser, del pequeño provinciano deslumbrado con la gran ciudad. Remitirse a su cine es, automáticamente, evocar títulos y momentos que se confunden con la propia vida hasta convertirse en una marca indeleble. Para los más jóvenes, lejos de la cinefilia nostálgica, resulta una experiencia visual y de descubrimiento de los sentidos que, en muchos casos, promediando el medio siglo de vida de sus grandes trabajos, siguen deslumbrando con su intensa modernidad.

Allí se ubica también 8 ½, presente en la cartelera en una copia impecablemente remasterizada y que tuvo el mejor promedio de espectadores de todas las actualmente en cartel y permite el doble regocijo del retorno al cine y con un título a la medida de la pantalla grande y de la leyenda de la sala a oscuras. Tal como sucedió en un lejano 15 de febrero de 1963, en Roma, y como recordaba el no menos memorable guionista Césare Zavattini sobre su primera proyección en la salita de la productora Titanus: “...después llegó Patti, después Moravia y un minuto más tarde Pasolini, pero la luz ya se había apagado y en la pantalla aparecía sobre fondo negrísimo el título muy blanco del film de Fellini. No me aparté más, ni un milímetro siquiera. La cosa transcurría como si fuera una premiere de Chaplin. La gran sombra de Carlos Emilio Gadda pasó delante mío sustrayéndome un fotograma. Las primera imágenes fueron cosas jamás vistas: un atascamiento de autos en la Puerta Pinciana, y las caras de la gente constreñida a mirarse en la tregua desde detrás de las ventanillas, estaban esculpidas monumentalmente en el silencio”. Así fue la primera proyección privada del hoy fundamental título del cine para aquellos privilegiados espectadores.

Para Fellini, 8 ½ representaba el exorcismo de la brutal crisis creativa luego del rotundo suceso de La dolce vita, el film que nadie había querido producir y que luego produjo ganancias millonarias junto a un éxito arrollador. De allí el título, porque antes de esta película Fellini había dirigido siete películas y parte de otras realizaciones colectivas, y había decidido narrar su conflicto como creador metaforizado en el perfil de Guido Anselmi, el director de la ficción encarnado –como no podía ser de otra manera– por Marcello Mastroianni.

Desde entonces, críticos, estudiosos e investigadores han tratado de enunciar aquello que para el propio director fue imposible de explicar: dónde comienza la autobiografía y termina la fantasía, o viceversa. Una película que encierra otra película y es “la construcción en abismo”, según el teórico Christian Metz o “un complejo sistema de capas superpuestas”, de acuerdo al juicio de Angel Quintana. En cambio, lo que sí puede reconstruirse es la desmesura, los pasos caóticos, la búsqueda intuitiva desde la cual Fellini comenzaba a gestar una película y que, en este caso, incluyó a Laurence Olivier como el rostro de aquél director extraviado.

Fueron meses de viajes a Londres, llamados y contactos. Y un buen día, tal como había ocurrido con la primigenia idea de convocar a Charles Chaplin para el mismo papel, todo se desvaneció. Como en muchas de las convulsionadas instancias de sus otros filmes, nunca se sabrá a ciencia cierta en 8 ½ si Laurence Olivier se negó o Fellini se desilusionó. O a fin de cuentas, como también se debatió en su época, si sólo buscó perder tiempo hasta poder redondar la idea de la película mientras era perseguido, como siempre, por sus productores. Para Mastroianni la explicación fue más sencilla: “El motivo fue que se dio cuenta de que Olivier le venía grande como actor, y que iba a ser difícil que le diera lo que él quería; sencillamente era demasiado distinto de Federico. Yo me parecía mucho más a él: soy católico, débil, antihéroe...”.

Con todo listo y sólo un somero horizonte descriptivo del personaje comenzaron innumerables escrituras del guion, elaborado por Fellini, Ennio Flaiano, su colaborador Brunello Rondi y Tullio Pinelli, que sugirió el título La bella confusione. Ya con varias versiones, una pensión romana en la periferia de la ciudad brindó el aislamiento necesario para que Fellini y Pinelli elaboraran una versión cercana al original y que, en rigor, sólo llegó a manos de Marcello Mastroianni para ser un elemento decorativo en la cotidianeidad de un set de filmación marcado por la creación libre. A todo el resto del elenco, sólo le llegaban –en el mejor de los casos– unas hojas sueltas con algunas líneas de diálogo pero que no permitían siquiera sospechar cuál era el devenir de la obra en su conjunto. Anota Deena Boyer en su libro 200 días con Fellini, la filmación de 8 ½, que fue solo en el último minuto que Fellini decidió hacer del personaje de Mastroianni un director de cine; poco antes había comenzado a escribir una carta al productor Rizzoli anunciándole su renuncia a un proyecto que, en rigor, ya lo esperaba con todo listo. La síntesis perfecta la explicaría Claudia Cardinale: “Federico me quería rubia, Luchino me quería morocha. Con Fellini uno no tenía guion, todo es improvisación. Cuando él rodaba, todos los actores venían a verlo porque él era magia. El plató era como un circo, las gente gritaba a sus teléfonos. Él no podía rodar sin ruido. Con Visconti, lo opuesto: como haciendo teatro. No podíamos decir una palabra. Todo era muy serio”, diría sobre su experiencia simultánea en los sets de filmación de Ocho y medio e El gatopardo.

El rodaje de Ocho y medio se inició el 9 de mayo de 1962 y culminó a comienzos de octubre de ese mismo año, pero el inicio fue con guardias de seguridad y un rodaje a puertas cerradas que permitiera tener a salvo la filmación de curiosos, periodistas y ocasionales visitantes. En las jornadas del mes de mayo se rodaron las escenas del cuarto de hotel de Guido, su baño, las escenas del comedor en el hotel de Carla y algunas escenas finalmente descartas en el primer montaje. El avance era meticuloso pero lento, cuidadoso del detalle hasta la exasperación pero también como reflejo de la permanente improvisación. La única constante fue la leyenda que pegó debajo de la cámara y donde podía leerse: “Recuerda que esta es una película cómica”.


De un rodaje sin curiosos, Fellini pasó a un set por el que desfiló toda Roma, e incluso encargó a su amigo Gideon Bachmann, un corresponsal de revistas norteamericanas el cual sabía Federico que se encontraba en apremios económicos, retratar con su cámara todo lo que ocurría tras bambalinas. Las tres mil fotografías dan cuenta de un rodaje que involucraba a los personajes más variopintos de la sociedad romana y a visitas que se daban todas las tardes con figuras de la alta sociedad italiana a directores como Joseph Losey o a estrellas absolutas como Sophia Loren. Esos retratos incluso permitieron a Bachmann reconstruir la escena final de 8 ½ que tuvo dos relatos posibles. De acuerdo al guion, Guido y Luisa (Anouk Aimée) se sientan en el coche comedor de un tren con destino a Roma y en un momento, Guido levanta la vista para darse cuenta de que todos sus personajes están allí, antes de entrar en un túnel. Luego se rodó otro final, alternativo, y que fue el elegido gracias a las recomendaciones del guionista Tullio Pinelli para tratar de dar un cierre que no fuese tan oscuro. El periodista también asistió junto a Fellini y Nino Rota al visionado del primer corte de la película, de cuatro horas de duración, y que –contrariamente a lo que se cree– fue filmado con sonido directo pese a los gritos, innumerables indicaciones, e incluso los cambios en los diálogos que luego Fellini introducía en la posproducción. Otras imágenes de 8 ½ pueden verse en la espléndida muestra El centenario de Fellini en el mundo, que puede verse actualmente en el Museo Nacional de Arte Decorativo.

Dieciséis películas, un especial para TV y un ballet son la síntesis profesional de casi treinta años de amistad entre Fellini y Nino Rota, que significaron en el campo musical una presencia activa de la partitura como parte de la narración misma. Aunque Fellini explicara a Camilla Cederna que había en 8½ mucha menos música que la habitual: “Solo hay un motivo de Rota, que es una delicada marchita de circo ecuestre. Naturalmente, y con su acostumbrada gracia, Nino se ocupará de las uniones entre fragmento y fragmento, y también de muchas adaptaciones”. Empero, hoy resulta imposible pensar en 8½ sin la música que es, muy probablemente junto con las de La strada, La dolce vita y Amarcord, parte indivisible de la experiencia cinematográfica.

Sin embargo, el tema más famoso de fue compuesto para el trailer de la película y luego, cuando quedó definido ese final de pasarela circense, fue Fellini el que decidió sumarlo al film incluso sustituyendo el que había sido pensado a tales fines, la Marcia dei gladiatori del compositor checo Julius Fucik, que se integraba así a pasajes de La cabalgata de las valquirias (Wagner), El barbero de Sevilla (Rossini), Gigolette (Lehar) o el Cascanueces (Tchaikovsky), con arreglos de Rota, junto a otras de su propia autoría y que volverán a estar presentes como la nueva orquestación para Cadillac, originariamente compuesta para La dolce vita. Desde entonces la música será un protagonista más en el cine de Federico Fellini.

En ese rodaje descomunal no faltaban los perfiles de las mujeres que se integraban a la historia de Guido Anselmi como Carla (Sandra Milo), la amante ideal; Luisa (Anouk Aimée), la esposa acomplejada, y fundamentalmente Claudia (Claudia Cardinale), la mujer perfecta. También resulta inolvidable la Saraghina (Edra Gale), que evoca las pulsiones sexuales de la adolescencia. Pero ninguna de ellas la pasó demasiado bien en el rodaje. A Sandra Milo, Fellini la obligó a engordar varios kilos y llegar al set para rodar con Marcello una escena de comida: “Muy bien, Sandrina, come, bebe, di algo”, indicaba Fellini en una toma que se repitió dieciséis veces y que cada seis o siete tomas llevaba a Milo a vomitar el muslo de pollo que había vuelto a comer. Ante el desconcierto del elenco, era Mastroianni quien ponía paños fríos invitándolos a dejarse llevar por la situación.

Hace más de una década, Lina Wertmüller recordaba a este cronista su encuentro con Federico que, además, fue su ingreso al cine: “Conocer a Federico era como abrir una ventana y ver un paisaje que te gustaba mucho, pero que no sabías que podías ver de esa manera. Hasta 8 ½ yo nunca había hecho cine y siempre había estado refugiada en el teatro, pero con Federico era un placer inmenso el mundo del cine. Era extraordinario trabajar con él en el set. Muy particular, creativo y lúdico, no le importaba nada que no estuviera dentro de su juego. Todo lo que pueda decir es poco. Federico era magnífico. Me acuerdo de cuando recorríamos Italia en busca de locaciones para 8 ½ y acababa de hacer “Le tentazioni del dottor Antonio”, uno de los episodios de Boccaccio 70. La chica que cantaba “Bevete più latte, il latte fa bene” era la misma que en una escena toma helado en la terraza donde el doctor Antonio echa a una mujer. Federico tenía un amor inmenso por esa niña y ella por Federico, no podían separarse. ¿Cómo terminó la historia? La madre y la niña con nosotros de viaje, porque ninguno podía estar sin el otro”.

Ovacionada en el Festival de Cannes, donde se presentó fuera de concurso, fue premiada en el Festival de Moscú a pesar de las presiones recibidas por el Jurado Oficial de seleccionar para el lauro una película que “contribuyera a la paz y la amistad entre las naciones”. Stanley Kramer llevó la voz cantante para un premio más que merecido para el film de Fellini. Poco más tarde llegaba a Hollywood, donde se alzaba con el Oscar a la Mejor Película Extranjera, y uno más para el diseño de vestuario de Piero Gherardi. Cuando todos descontaban el Oscar al mejor guion original, sin embargo, la Academia premió a La conquista del Oeste, de Henry Hataway. A la Argentina, llegó el 8 de octubre de 1963 a los cines Opera, Premier, Ideal y otras seis salas barriales a 107 pesos de entonces, con distribución del sello Columbia.

Dos días después de la primera función privada en Titanus, Alberto Moravia publicaba en L’Expresso: “El personaje de Fellini es un erotómano, un sádico, un masoquista, un mitómano, un temeroso de la vida, un nostálgico del pecho materno, un tonto, un mistificador y un tramposo. En algunos aspectos se parece a Leopold Bloom, el héroe del Ulises de Joyce a quien Fellini muestra en varios lugares que ha leído y meditado. La película es toda introvertida, es decir, en esencia es un monólogo interior que alterna con escasos atisbos de la realidad. Fellini ilustra la neurosis de la impotencia con una precisión clínica impresionante y, quizás, a veces incluso involuntaria. [...] Los sueños de Fellini son siempre sorprendentes y, en sentido figurado, originales; nunca en los recuerdos brilla un sentimiento más delicado y más profundo.” El retrato en varias dimensiones de la voz de un genio ya era parte del legado inmortal del cine demostrando la construcción del artificio desde su mirada más íntima, pero también desde su matriz más espectacular. Una vez más de visión ineludible, 8 ½ demuestra poéticamente que el caos de un creador de ilusión le ganó a la crisis contemporánea más grande y real que tuvo el cine desde sus orígenes. Solo Fellini pudo dar a través de los tiempos tamaña lección de historia.

Pablo De Vita
Diario La Nación, 13 de febrero de 2021

domingo, 30 de julio de 2017

Hermosa función de Chaplin

A sala llena, y con muchos niños, proyectamos tres cortometrajes junto a rarezas de Charles Chaplin, ¡todo en fílmico!


La proyección incluyólos cortometrajes El aprendiz, Carlitos Bombero y Día de pago, además de documentos extraordinarios como Chaplin en el océano, la animación Carlitos en el molino, y las escenas documentales de Chapliniana.


Todos los cortos fueron proyectados en Súper 8, y cada chico se llevó un fragmento de película 35mm de recuerdo, además del programa de la función que entregamos habitualmente.


 

lunes, 24 de julio de 2017

Chaplin en fílmico

Para cerrar las vacaciones de invierno, el Cineclub La Rosa ofrece una función ATP para que grandes y chicos disfruten con la magia de Chaplin, con tres cortometrajes y un par de rarezas documentales y gemas perdidas del gran comediante, todos proyectados en fílmico. Será el sábado 29 de julio a las 18:30 horas en Austria 2154, con entrada libre y colaboración voluntaria.


Sábado 29 de julio - 18:30 horas
EL APRENDIZ
(Work, Estados Unidos, 1915, blanco y negro, 17 minutos)
Dirección y guión: Charles Chaplin
Dirección de Fotografía: Harry Ensign y Roland Totheroh
Elenco: Charles Chaplin, Charles Inslee, Edna Purviance, Billy Armstrong, Marta Golden, Leo White, Paddy McGuire


Carlitos y su jefe tienen dificultades para empapelar la casa en la que están trabajando. Y el dueño está enojado porque no puede desayunar en paz.


Desde el comienzo, el film mostrará un problema tras otro, y las situaciones histriónicas irán aumentando a medida que pasen los minutos, sumando hilarantes gags en el crescendo de las corridas y saltos, típico del ritmo aturdidor de las películas de la etapa de la Mutual.


CARLITOS BOMBERO
(The Fireman, Estados Unidos, 1916, blanco y negro, 21 minutos)
Dirección: Charles Chaplin
Guion: Charles Chaplin, Vincent Bryan
Dirección de Fotografía: William C. Foster y Roland Totheroh
Elenco: Charles Chaplin, Edna Purviance, Lloyd Bacon, Eric Campbell, Leo White, Albert Austin, John Rand, James T. Kelley, Frank J. Coleman


Carlitos es un bombero que siempre hace todo mal. De pronto aparece un hombre en el cuartel para pedirle al jefe de la brigada que deje incendiar su casa para así poder cobrar el seguro. A cambio, le concederá la mano de su hija, Edna.

La película tiene momentos geniales, con un humor exagerado basado en la torpeza y actuaciones histriónicas, con un final de epopeya. Considerado entre los mejores trabajos de Chaplin para la Mutual, la copia que proyectaremos tiene una música jazzera que le va muy bien.


DÍA DE PAGO
(Pay Day, Estados Unidos, 1922, blanco y negro, 22 minutos)
Dirección, guión y música original: Charles Chaplin.
Dirección de Fotografía: Roland Totheroh.
Dirección de arte: Charles D. Hall.
Elenco: Charles Chaplin, Phyllis Allen, Mack Swain, Edna Purviance, Syd Chaplin.


Carlitos trabaja como albañil en una obra en construcción, donde sufre diversas peripecias y discute con su capataz porque en algunas tareas va muy rápido y en otras muy lento, y además no le reconocen las horas extras. Está casado con una mujer gruñona y fea a la que siempre le oculta el dinero de su jornal, y cuando aparece la hija del capataz perderá su cabeza.

Uno de sus últimos trabajos para la First Nacional con la que Chaplin tenía contrato, cuando ya había creado la United Artist junto a Douglas Fairbanks, David Wark Griffith y Mary Pickford. Estrenada el 2 de Abril de 1922, el público la recibió con entusiasmo y la crítica de la revista Photoplay señala como hecho significativo que hasta los acomodadores no dejaban de reír ¡Incluso una semana después de su estreno! La versión que proyectaremos lleva música compuesta por el propio Chaplin, que se añadiría al film restaurado en 1973.


CHARLIE ON THE OCEAN
(Idem, Estados Unidos, 1921, blanco y negro, 3 minutos)
Producción: Topical Budget.


Documento extraordinario que muestra a Chaplin en su primer regreso a Inglaterra luego de triunfar en los Estados Unidos. Recibe los saludos de Mary Pickford y Douglas Fairbanks, luego es recibido por sus compañeros de navegación entre Nueva York y Southampton en el barco Olympic de la White Star Line. Luego, Chaplin ayuda a organizar un concurso de imitadores suyos y un "circo chaplinesco". En su arribo a Inglaterra, es aclamado por la gente que lo recibe.


CHARLIE EN EL MOLINO
(Charlie on the windmill, Estados Unidos, 1915, blanco y negro, 2 minutos)
Dirección: Pat Sullivan.


Único fragmento conservado de la animación de 1915, atribuida a los responsables del Gato Félix, con Chaplin, Mabel Normand y Fatty Arbuckle como personajes reconocibles.


CHAPLINIANA
(Idem, Estados Unidos, 1932?, blanco y negro, 4 minutos)

Fragmentos de noticieros y tomas de y sobre Chaplin. Incluye descartes de un proyecto cinematográfico no realizado, imágenes durante la filmación de El pibe en 1921, con Douglas Fairbanks, Mary Pickford y D.W. Griffith en la ocasión de la formación de United Artist Corporation y de cuando recibió a Winston Churchill durante la filmación de Luces de la ciudad, en 1929.

Además, se lo ve a Chaplin asistiendo al funeral de Rodolfo Valentino, en 1926, y en el castillo de William Hearst, alrededor de 1932. También se incluyen imágenes de la inauguración del Teatro Chino con Norma Talmadge, Walter Hiers y Lon Chaney.


La función será el Súper 8.

Temporada XI / Función 213
Cineclub La Rosa
Austria 2154

sábado, 4 de mayo de 2013

Compras en la Feria del Libro

La Biblioteca Carlos Sánchez Viamonte volvió a participar del Programa Libro% de la Conabip, que permite a las Bibliotecas Populares de todo el país adquirir ejemplares en la Feria del Libro con un 50% de descuento. Con un amplio sector dedicado al cine, muchos libros de la temática fueron adquiridos y podrán ser consultados por los socios.


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miércoles, 20 de abril de 2011

Función Súper 8

En una nueva edición de El Cineclub de los chicos estaremos presentando cortometrajes en súper 8, para que los niños -y los no tanto- descubran el mágico mundo de una pantalla y un proyector haciendo ruidito mientras corre. Será el sábado 30 a las 11 horas, con entrada libre, en Austria 2154.


Sábado 30 de abril - 11 horas
MAGOO EL MATADOR
(Magoo matador, EE. UU., 1957, color, 6 minutos)
Dirección: Pete Burness.
Guión: Dick Shaw.

Sinopsis: El casi ciego Mr. Magoo más perdido que de costumbre, equivoca la ruta y se mete en una plaza de toros mexicana.

CARLITOS Y SU NUEVO EMPLEO
(His new job, EE.UU., 1915, blanco y negro, 22 minutos)
Dirección y Montaje: Charles Chaplin.
Guión: Charles Chaplin y Louella Parsons.
Producción: Jess Robbins.
Elenco: Charles Chaplin, Ben Turpin, Charlotte Mineau, Leo White, Robert Bolder y Charles J. Stine.

Sinopsis: Carlitos trata de conseguir trabajo en una película. Luego de causar varias dificultades en el set, decide ayudar al carpintero. Cuando uno de los actores no aparece, Carlitos obtiene la chance de actuar, pero las complicaciones siguen acechándolo.


CARLITOS PATINADOR
(The Rink, EE.UU., 1916, blanco y negro, 22 minutos)
Dirección y Montaje: Charles Chaplin.
Guión: Charles Chaplin, Maverick Terrell y Vincent Bryan.
Producción: Charles Chaplin y Henry P. Caulfield.
Fotografía: Roland Totheroh.
Elenco: Charles Chaplin, Edna Purviance, James T. Kelley, Eric Campbell, Henry Bergman y Lloyd Bacon.

Sinopsis: Después de sus tareas en un restaurante, Carlitos usa su horario de almuerzo para ir a patinar. Después de un ballet clásico de patín de ruedas, Carlitos (ahora como Sir Cecil Seltzer) es invitado a una fiesta donde estará Edna, pretendida a su vez por otro.

SPEEDY GONZALES: LA CORRIDA
(Mexican cat dance, EE.UU., 1963, color, 6 minutos)
Dirección: Fritz Freleng.
Guión: John W. Dunn.

Sinopsis: Luego de una corrida de toros, los ratones arman su propia fiesta con Speedy Gonzales como el matador y el gato Silvestre como el toro.

Temporada 5 / Función 78
Cineclub La Rosa
Quinta función de "El Cineclub de los chicos"
Austria 2154

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Octubre en el Cineclub La Rosa

Dos funciones especiales y el la habitual función para niños nos esperan el próximo mes en el Cineclub La Rosa. Como siempre, con entrada libre, en Austria 2154.


Miércoles 6 - 20 horas
FUNCIÓN ESPECIAL - "CINE Y LITERATURA"

CRIMEN Y CASTIGO
(Rikos ja rangaistus, Finlandia, 1983, color, 90 minutos)
Dirección: Aki Kaurismaki.
Elenco: Markku Toikka, Aino Seppo, Esko Nikkari, Hannu Lauri, Matti Pellonpää, Harri Marstio y Olli Tuominen.

A su manera, y llevándola a la Finlandia moderna, Aki Kaurismaki adapta para su debut cinematográfico la famosa novela de F. Dostoievski. Un excelente ejemplo de cómo el cine se relaciona con la literatura, en la visión de uno de los directores más originales de la actualidad.


Viernes 22 - 20 horas
FUNCIÓN ESPECIAL - "24 HORAS DE CINE NACIONAL"
Jornada organizada por la CONABIP (Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares)

LA RAULITO, GOLPES BAJOS
(Argentina, 2009, color, 66 minutos)
Dirección: Emiliano Serra

Documental sobre el mítico personaje que diera origen a la película de Lautaro Murúa.

La ficción le devuelve al documental lo que le había prestado y la verdadera Raulito, María Esther Duffau, se convierte en protagonista de sí misma.

La película -aún no estrenada comercialmente- participó de la Competencia Latinoamericana del 24º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.

Será presentada especialmente por su director, quien dialogará con el público.


LO LLEVO EN LA SANGRE
(Argentina, 2004, color, 22 minutos)
Dirección: Pablo G. Pérez
Elenco: Roly Serrano, Juan Manuel Tenuta, Fernando Roa y relatos de Víctor Hugo Morales.

Cortometraje perteneciente a "Historias Breves IV", cuenta la historia de una típica familia de barrio, todos hinchas de Chacarita, con el hijo a punto de debutar en la primera de ese club nada más y nada menos que ante su clásico rival Atlanta. Pero antes, deben hacerle un estudio de sangre para ver de que equipo es hincha.

Ganador de numerosos premios a nivel nacional e internacional, y con una gran repercusión en el ámbito cinematográfico y futbolero.

El director estará presentando el corto.


Sábado 23 - 11 horas
EL CINECLUB DE LOS CHICOS

CORTOMETRAJES EN SÚPER 8
Charles Chaplin, junto a cortos de Mr. Magoo, Speedy González y otras animaciones en proyección fílmica súper 8.

viernes, 23 de julio de 2010

Agosto en el Cineclub La Rosa

"Takeshi Kitano, yakuza" es el ciclo que ocupará al Cineclub La Rosa durante el próximo mes de agosto en el cual veremos dos películas en las que Beat Takeshi se mete con la mafia japonesa. Para los chicos, proyecciones en Súper 8.


Viernes 6 - 20 horas
SONATINE
(Idem, Japón, 1993, color, 94 minutos)
Dirección: Takeshi Kitano

Un violento y agresivo gánster miembro de la yakuza se encuentra harto de su estilo de vida y quiere cambiarlo. La organización lo envía a Okinawa para que ayude a otra banda mafiosa, pero no tardará en darse cuenta de que el viaje ha sido un error.

Miércoles 18 - 20 horas
BROTHER
(Idem, Japón, 2000, color, 109 minutos)
Dirección: Takeshi Kitano

Abandonado por la fraternidad de su clan yakuza, Yamamoto se ve obligado a dejar Tokio y viajar a Los Ángeles en busca de su hermano Ken, traficante de drogas en Estados Unidos. Poco a poco se ve atrapado en una cultura que no conoce, y trabando vínculos con nuevas bandas.


El cineclub de los chicos
Sábado 28 - 11 horas
CORTOMETRAJES EN SÚPER 8

Charles Chaplin, Mr. Maggo, Speedy González y otros cortos en formato súper 8, para que los niños revivan la magia del proyector, la película, el cine.